Alfonso Mata

La democracia que hemos construido desde mediados de los ochenta, se ha articulado alrededor de más de veinte partidos cuyas luchas, nacimiento y muerte prematura, nos ha demostrado no sólo cuán ineptos somos para construirlos sino para practicar la democracia dentro de ellos. Los hay denominados de derecha a donde van a parar latifundistas, industriales y ricos comerciantes, varios militares y funcionarios públicos. Pero, cosa curiosa, en los de izquierda tropezamos con los mismos personajes, aunque ahí, podemos encontrar un poco más de proletariado urbano y rural; pero estos, realmente nunca han armado lo que se diga un partido y a media, sindicatos.

Ninguno entonces de los partidos, en su corta vida, ha pretendido, promovido o sugerido, cambio estructural de gobernar y gobernanza. También es curioso, sin necesidad de juicio alguno o motivo ideológico de peso, que la mayoría de partidos creados, sus líderes y fundadores, han pertenecido a más de tres de ellos y cabe preguntar ¿por qué nacen y por qué mueren tan pronto? La respuesta está en boca de todos “cuestión de negocios”. Entonces los partidos en realidad son verdaderos guardias, corps privados de negociantes, con los cuales si se gana (aún perdiendo) se logra el negocio; por lo tanto, no son democracias y logran imponerse sobre un pueblo incauto, que elección tras elección, pierde.

Los más sabios entre la gente, ven la malicia de “Los Dueños” (muchos dueños de varios partidos) que siendo en su mayoría no militantes, establecen dentro de ellos sus fines ocultos y lo triste de nuestros analistas, aunque la mayoría no militantes de partido, aun viendo lo que ven, fingen no verlo, para evitarse líos y vivir en paz y de ellos… en ocasiones.

Los partidos entonces tienen dueño, que por lo regular no participa directamente dentro de ellos u ocupa cargo alguno. Las autoridades de los partidos operan las pautas establecidas por “Los Dueños”, que les permiten beneficiarse si se gana y poder participar en sus negocios. Finalmente, los miembros de los partidos, esperan (pues a muy pocos les llega) el derrame de las autoridades del partido sobre ellos.

Es pues fácil ver los planes de los partidos; siempre son iguales y aunque cada uno tiene la astucia de una zorra, en grupo no son más que gansos graznando en pos de la fortuna. La sagacidad, la ambición y la falta de escrúpulos los une, a la vez que los hace pelearse, mientras “Los Dueños” controlan la montaña y la llanura de los mismos, monopolizando todo el poder partidista nacional y eso no tiene que ver con ideología, sino con conducta y ambición.

Algo que tendría que entenderse, es que la democracia una vez instalada, tiene que ver hacia el pueblo y eso no es izquierda ni derecha, es justicia y derecho y en 30 años que tenemos dizque dentro de ella, ni siquiera eso hemos entendido, fruto de ese erróneo partidismo, en que la ambición de unos pocos, puestos al frente de la democracia, la restriegan demagógicamente frente al pueblo y con cinismo sus candidatos, deslumbran a la gente y de esa manera, el que gana, proclama su autoridad en nombre y para bien de todos, con el apoyo de “Los Dueños”, pero si el “Enviado” quiere navegar con bandera y en beneficio propio, “Los Dueños” se asustan y coligan con la llanura y el pueblo, para derribar a los intrépidos y entonces todos con aplausos y vítores acogen el cambio y casi sin molestias, el ciclo se repite una y otra vez, precipitando al intrépido y su grupo, léase partido.

Es pues nuestra democracia, guardiana de ese curioso personaje que denominamos Partido, creado para confundir a todos los que creen poseer ideas claras y entender la democracia. La democracia así concebida, es siempre una fortuna, lo malo es que no cambia de dueños y estos no son un derroche de generosidad para con la gente.

Bien, a todos ¡un próspero y mundialista 2018! pero no esperen ni base jurídica ni social, ni tan siquiera retoques, más allá de escasas y superficiales pinceladas en nuestra democracia y recuerden que, ante nuestra desidia, vendrá un lozano florecimiento de un totalitarismo democrático más perfeccionado, verdadero campeón mundial en este mundo de circo y poco pan.

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