Marco Tulio Trejo Paiz

Pareciera como si la Nochebuena está a un paso y que, ojalá, sea realmente buena, feliz, sin dentelladas de los perros de presa de dos patituertas…

Se supone que los amigos de lo ajeno que pretenden vivir de lo que nada les ha costado, están listos para cometer asaltos y robos.

Los peligrosos sujetos están como agazapados planificando sus atrocidades, sin importarles las acciones de las fuerzas de seguridad.

Muchos de esos facinerosos actúan en motocicletas que siguen a los automovilistas, unos conduciendo y otros en el asiento trasero que portan armas de fuego.

Los compinches transitan asimismo en moto, van en la orilla opuesta, a la altura del conductor del carro, al igual que los primeros mencionados.

Contingentes policiales frecuentemente realizan operativos para sorprender con las manos en la masa a los malhechores de referencia.

Empero, los ladrones corren a alta velocidad culebreando entre las carcachas hasta fugarse.

Hay en las filas de la PNC como 30 mil agentes y oficiales, por lo que puede dar seguridad a la sociedad. ¡Ojalá que así sea!

La protección a la gente honrada no debe ser sólo en la calle, sino también frente y alrededor de los centros comerciales.

Y decimos eso porque los amigos de lo ajeno están prestos a despojar al público de los artículos que compra.

Ojo al Cristo, pues, que es de oro y de plata. No hay que descuidarse entre ronquido y ronquido, dejando a las malas del diablo los lugares estratégicos.

Conviene que los policías duerman con un ojo abierto y con el otro cerrado sin dejar mal colocadas las armas.

Estos son días en los que los maleantes no se tientan el alma para cometer sus tarascadas…

Entonces, las autoridades encargadas de velar por el orden y por la integridad física y patrimonial de la gente deben cumplir eficazmente sus obligaciones.

Juan Pueblo exige una eficaz acción ejemplar estos días tan próximos a la Nochebuena para que sea verdaderamente una noche buena muy tranquila y feliz.

 

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