Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

Cuando el presidente Jimmy Carter colocó los derechos humanos en el centro de la política exterior de los Estados Unidos, sancionando a los países en donde sus gobiernos no respetaban los derechos humanos, Guatemala cayó en la lista negra con sanciones que hasta la fecha siguen pesando. Hoy, la administración Trump implementó una nueva línea de política exterior con sanciones a los violadores de los derechos humanos y actores de la corrupción alrededor del mundo, mediante la Ley Global Magnitsky, lo que viene a ser una advertencia muy grande que nos debiera entender que la lucha contra la corrupción es imparable.

En la primera lista de personas sancionadas directamente por Estados Unidos aparece el guatemalteco, diputado al Congreso de la República, Julio Antonio Juárez Ramírez, sindicado de la muerte de colegas periodistas. Pero hay que ver que es el primer listado que se publica y el Departamento del Tesoro, encargado de implementar la política, pondrá mucho ojo al tema de la corrupción y eso puede tener serias implicaciones para Guatemala y muchos de nuestros compatriotas. Por ello es que insistimos tanto en que debemos cambiar el marco regulatorio para contener la corrupción, puesto que tal y como funciona nuestro sistema la receta es únicamente para robar y para enriquecerse de manera ilícita.

El Departamento de Estado tendrá a su cargo la implementación de las medidas de sanción en contra de quienes aparezcan en esos listados y entre ellas está la supresión de las visas para ir a Estados Unidos, tema que para muchos es importante no sólo por motivos turísticos sino por cuestiones de negocios y hasta por propiedades de guatemaltecos en los Estado Unidos.

El resumen del asunto es que ahora la política exterior norteamericana no estará únicamente centrada en la exigencia absoluta de respeto a los derechos humanos, como quedó establecido desde tiempos de Carter, sino que en tiempos de Trump se agrega el ingrediente de la corrupción. Y es que se entiende que ese vicio debilita a los Estados y, como en el caso de Guatemala, retrasa el desarrollo y obliga a mucha gente a emigrar en busca de oportunidades que no se dan aquí porque no hay inversión en desarrollo humano ni se apuesta al bienestar de la población.

Lejos de lo que ocurre aquí, en otros lados y particularmente en Washington, se toma en cuenta el efecto que tiene la corrupción en temas como la gobernabilidad y la seguridad porque en los estados corruptos, como el nuestro, no sólo florece el crimen organizado para saquear los fondos públicos, sino también el de las pandillas y el narcotráfico que se mueven como pez en el agua en lugares donde el Estado se debilita por efecto de la corrupción. En Guatemala, con nuestro sistema de justicia y la forma en que se pueden comprar favores, los criminales se sienten muy cómodos. Y a ello hay que agregar que siendo la migración uno de los temas puntuales que “molestan” a Trump, hasta él entiende que la misma es producto de la miseria exacerbada por el robo de los recursos públicos.

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