Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82

Ya son varios los nombres que se mencionan y algunos otros que han confirmado que presentarán papelería para ser oficialmente candidatos a ser electos Fiscal General de la Nación y es que esta elección resulta vital para el futuro de nuestro país, ya que se da en un momento en el que Guatemala se debate entre construir un futuro cuyo cimiento es la corrupción o uno que permita cambios para tener viabilidad y sostenibilidad para que sigamos generando riqueza legalmente y sin dejar a tanta gente atrás.

Quienes desean seguir operando con el actual modelo (cuyos resultados están a la vista y con indicadores de desarrollo humano dignos de sentir vergüenza) pondrán toda la carne en el asador porque saben que aquí se juegan el todo por el todo y que esta elección es la del nunca más: nunca más en penas con la justicia, nunca más tener incertidumbre por alguna investigación penal y nunca más perder el control de un fortín clave como el Ministerio Público (MP).

Quienes deseamos cambios que nos permitan un futuro sostenible, entendemos que la elección de un Fiscal General comprometido con la causa de construir un mejor país a partir del hecho de que no haya nadie superior a la ley (fortaleciendo el Estado de Derecho), es tan importante como el hecho de que los guatemaltecos asumamos nuestro papel ciudadano para incidir en el futuro y así evitar que “la institucionalidad” sea mal utilizada y sirva de excusa para bloquear los cambios que demanda buena parte de la ciudadanía.

Y hacía la pregunta en el titular, porque a pesar de que ni usted ni yo seremos miembros de la Comisión de Postulación para Fiscal General, ni seremos el Presidente que elegirá al nuevo jefe del MP, sí debemos estar conscientes que en este proceso ganará el bando que tenga la mayor capacidad de alzar la voz, de hacerse sentir y de demandar la ruta que como país se desea.

No habrá una urna para elegir, pero sí deben existir tribunas y espacios por medio de los cuales la gente atine a expresarse y a demandar de los postulantes, postuladores (Presidente de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), los decanos de las facultades de Derecho, el Presidente de la Junta Directiva del Colegio de Abogados y el Presidente del Tribunal de Honor de dicho colegio) y elector final (Jimmy Morales) una clara demostración de intenciones. En esta elección, será imposible “taparle el ojo al macho”.

Ayer en este medio publicábamos algunas opiniones de diputados del Frente Parlamentario por la Transparencia en las que advertían que para enero los diputados, como son, volverán a las andadas y que solo buscan cambiar los rostros de la Junta Directiva que habrá de resultar electa, pero que los objetivos del Pacto de Corruptos persistirán con los ajustes de rigor.

Traigo a colación el punto anterior porque aquellos que les fascina hacer de las suyas están con más ganas que antes por consolidar al sistema que les ha sido rentable y por eso es que hay que advertir que en la elección del futuro Fiscal, nos estamos jugando algo mucho más grande que el solo futuro de los casos.

He sabido que muchas personas están centrando sus esfuerzos en buscar a esas personas que serán leales al modelo actual de corrupción o que serán moldeables porque tendrán los flancos necesarios para el efecto y por ello es que quienes decidan postularse deberán de dar categóricas muestran de sus compromisos, intereses y/o jefes.

 

 

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