Juan Francisco Reyes López
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En la página 280 de su libro, Álvaro Arzú manifiesta: “El dinero obtenido de la venta de TELGUA no se tocó para la inversión social, ni en los Caminos de la Oportunidad, porque Peter Lamport, entonces nuestro Ministro de Finanzas, expuso que se recalentaría la economía y se podría disparar la inflación, y porque el Banco Mundial iba a expresar reservas sobre la estabilidad macroeconómica de Guatemala. Así que el dinero permaneció en las arcas del Banco Central, esperando al siguiente gobierno. Fue lamentable”.
Al respecto aclaro que Telgua fue el producto de la inversión de impuestos que pagaron todos los guatemaltecos y si parte de su precio de venta hubiera sido utilizado en programas sociales, para reducir la pobreza, la extrema pobreza y combatir el hambre y la desnutrición, la mayoría de guatemaltecos hubiéramos aplaudido el hecho.
Aceptar la opinión de Peter Lamport, que se sobrecalentaría la economía, es discutible, en Guatemala lo que más se requiere es trabajo y salarios justos.
En Estados Unidos el presidente Franklin Roosevelt logró superar la depresión y crear numerosas fuentes de trabajo con la inversión pública. Qué bueno hubiera sido que el gobierno del PAN hubiera hecho lo mismo.
En relación a la expresión que el dinero que se obtuvo de la venta de Guatel permaneció en las arcas del Banco Central esperando al siguiente gobierno, es una falacia porque se dejó en un fideicomiso pignorado, congelado, para fines específicos que el siguiente gobierno no pudo cambiar; por consiguiente, no se dejó liquidez sino recurso comprometido.
Álvaro Arzú dice: “A la privatización de la Empresa Eléctrica no se le puso la debida atención, aunque debo admitir que durante nuestro gobierno no hubo un solo apagón en los cuatro años, cuando veníamos de fallas frecuentes y apagones semanales”.
Esta afirmación implica un error de Estado, por cuanto la energía eléctrica es un factor de desarrollo. Una aldea sin energía eléctrica no puede bombear agua potable, no logra un desarrollo adecuado en su producción agrícola y limita sus posibilidades educativas y recreativas.
Manifestar que en el gobierno del PAN hubo menos apagones que en el gobierno anterior, es pretender ignorar que en el gobierno de Romeo Lucas se construyó la hidroeléctrica de Chixoy, que en el de Jorge Serrano se permitió la cogeneración privada, a la que se incorporaron con excelentes y rentables contratos los ingenios de azúcar, y que durante el gobierno de Ramiro de León Carpio se permitió contratos que beneficiaron a varios dueños de inversiones en hidroeléctricas para proveer al INDE de energía eléctrica.
Todo ello permitió no solo evitar los apagones sino paulatinamente ampliar la cobertura eléctrica en el país.
Esos son los factores que le permitieron al gobierno del PAN decir que no hubo apagones, salvo el famoso apagón del día de las elecciones generales, durante el cual se fue la luz en todo el país porque “se cayó una ramita”. Dicen que ello fue lo que permitió que el PAN lograra más diputados que el resto de partidos en la siguiente legislación, en la que –vuelvo a señalar– yo no postulé y por consiguiente no fui diputado durante todo el periodo de gobierno de Álvaro Arzú. Por consiguiente, repito, Álvaro nunca me pudo ver sentado en una curul en el Congreso, hablando por teléfono, mientras él entregaba su informe al Organismo Legislativo.
¡Guatemala es primero!
Continuará.