Edith González

“Hoy vamos a brindar por nuestro amor…, entonces me besó…
y se desvaneció entre las sombras de la noche”.
Chantal Solórzano

Me comentó  el historiador Jorge Ortega la novela de Chantal, una chica de 19 años que con el ímpetu de la juventud se lanzó a escribir y publicar, lo que él con su juicio de escritor considera “una narrativa que deleita el alma y la mente del lector aficionado o empedernido”.

Una obra  ambientada en  los años 70´ del siglo XX, en la provincia  de Córdoba, Argentina con modismos, visión definida de la mente y actitud de sus protagonistas.

El centro de la historia  es Valentina,  a  quien  a lo largo de este recorrido por una mente esquizofrénica, encausa al lector a vivir los elementos básicos que se presentan en el diario vivir y el paso inexorable del tiempo.

La presencia de  muerte que nos da  una vida para disfrutar o sufrir y  recuerda lo frágil de  la existencia humana. Que nada es para siempre, que la mente se puede desbordar para bien o para mal. En esa dinámica se encuentran Elena, Esteban, Felipe, Eliseo, don Gustavo y Valentina. Y el psiquiatra  que  hurga la mente y conciencia del lector. Al leer entre líneas se encuentran personajes imaginarios de las leyendas orales guatemaltecas que permiten descifrar las intimidades de los recuerdos de la escritora antigüeña y de una Guatemala de antaño.

El uso adecuado del lenguaje y las figuras literarias a lo largo del texto  dan  calidad a la obra, muy buena redacción, cuidadosa con la sonoridad y simplicidad del lenguaje para hacer amena la lectura.

La experiencia del lector en el Manicomio de Santa María de Punilla se suaviza con un poema “…lo único que me acompaña es mi soledad y una lagrima en la pupila”  aún en el psiquiátrico el tiempo es parte del relato “a las 5 de la tarde me llevaban al sótano a la silla de la muerte para volverme loca”. Lo cual permite mantener la consistencia de la narración, en tiempo y espacio.

La venganza es preámbulo del final del relato,  la persecución de sentimientos que nos arrastran antes de caer en los brazos de la muerte, el morbo de la sangre que brota de los cuerpos de los protagonistas, sus súplicas y la tranquilidad del sicario dan ironía al relato.  Chantal  llega a lo profundo de la mente humana, despoja la razón e incursiona en el laberinto del odio despedazando con firmeza a sus personajes, dejando el final abierto  dándole  un sinfín de probabilidades al lector de imaginar que pasó realmente con Valentina Cross. Ese giro magistral de la pluma de Chantal da la exquisitez de una buena lectura, de recomendarla y comentarla. La crítica va llegar en su momento, pero es parte de la consolidación del escritor, en este caso Chantal  ya tiene un lugar preferencial en la nueva generación de escritores guatemaltecos.

Y en esta época de fiestas y regalos, regale un libro, para cultivar la mente y el espíritu.  Aproveche su tiempo  de descanso del trabajo y el estudio, para leer, disfrutar de sus escritores y temas favoritos o  aprender y conocer la pluma y pensamiento de nuevos jóvenes talentos como Chantal Solórzano.

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