Alfredo Saavedra

Desde Canadá.-El título de esta columna corresponde al titular de la revista Despertad, número 5 del año pasado, publicación de los Testigos de Jehová y en contenido que al citar a escritores del primer siglo de esta era, incurre en algunas inexactitudes, independiente de que la interrogante en el titular implica una duda que supone aclararse con opiniones de diversos personajes del pasado histórico y de más reciente presencia.

La revista pone como ejemplo al científico Albert Einstein, quien conforme al texto expresaría su simpatía por Jesús, como prueba de su existencia, lo cual dentro de una interpretación objetiva establece un acto de admiración por un personaje de la literatura eclesiástica y no constituye una comprobación de fe religiosa. Einstein expresó alguna vez “No puedo concebir a un dios que castiga y premia a los objetos de su creación”, en cita dentro de una nómina de pensadores ateos. Mencionan los Testigos de Jehová al historiador Suetonio, quien hizo una breve referencia a un tal Cresto, como responsable de “causar disturbios” en Judea, conforme el texto sobre el emperador Claudio I (Tiberio), en la Vida de los Doce Césares, lo cual no puede tomarse como testimonio de la existencia de Jesús, pues Cresto pudo haber sido otro personaje. Dicen los T. de J. que el historiador Flavio Josefo también prueba la existencia de Jesús en sus escritos, pero lo que describió fue la crucifixión de tres hombres, sin especificar sus nombres, según el libro The Jesús Papers, del escritor Michael Baigeant.

Un documento expone: “La filosofía nos ha enseñado a cuestionar todo y cuando se trata de narrativas religiosas, la seducción es mayor. ¿Es posible que el mito de Jesucristo se encuentre basado en falacias?, de hecho, ¿es posible que Jesús de Nazareth ni siquiera haya existido?” Thomas William Harpur, fue un sacerdote católico canadiense, quien tras abandonar los hábitos se dedicó a la investigación teológica y tras viajar por Israel en proceso de estudio propuso la teoría del “mito de Cristo” que de forma fundamental afirma que Jesucristo no existió y que más bien ha sido una ficción o figura mitológica.

“Debemos admitir que aparte de los escritos eclesiásticos (evangelios) ensamblados durante el siglo cuarto, no contamos con ninguna fuente de crédito que contenga información respecto a la existencia de Jesús”, escribió el doctor Constantin von Tischendorf. Y documento aparte señala que la construcción del Cristianismo se inició en el primer cuarto del siglo IV de esta era y de ahí que el Papa Leo X, en 1521 haya calificado de fábula la figura de Cristo, lo mismo que más tarde el Papa Paul II haya expresado igual opinión, indicando que no habían válidos documentos que demostraran su existencia. (Eso según el Cardenal y escritor Pietro Bembo en el compendio Sus Cartas).

Sin embargo a partir de la popularidad de Jesús tras el Concilio de Nicea en el año 325, patrocinado por el emperador romano Constantino, quien por intereses políticos creyó que el naciente cristianismo conciliaría la diversidad de religiones paganas que prevalecían en el imperio, la figura de Jesús fue cobrando mayor presencia hasta por medio de las cruzadas, que impondrían por las armas, como más tarde por la fuerza La Inquisición, el credo. En consecuencia la presencia de la figura de Jesucristo fue haciéndose más evidente con el correr del tiempo, aunque durante su existencia, admitiendo que en realidad existió, no fue más conocido que por sus seguidores (los apóstoles) que incluirían a María Magdalena con quien la especulación basada en los Evangelios Gnósticos, afirma que Jesús se habría casado tras sobrevivir la crucifixión y que al formar familia tendrían hijos y fueron muy felices. (Continuará el próximo año).

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