Fernando Mollinedo C.

Para las familias cristianas católicas que tienen hijos menores, el mes de diciembre es la época más feliz del año; porque trae consigo la alegría de recibir y en algunos casos de dar regalos para festejar el nacimiento de Jesús, como el impulsor de una era de reconciliación y amor entre los habitantes del planeta.

En Guatemala, también se celebra este acontecimiento sucedido hace más o menos dos mil diecisiete años y que fue traído por los conquistadores españoles quienes impusieron el catolicismo a punta de lanza, espada o palo; es decir, a quien no creyera en eso simplemente le mataban. El miedo dio origen al sincretismo con las costumbres que hasta la fecha persisten (cofradías, procesiones y gastronomía).

Esa fiesta religiosa se convirtió en una actividad mercantil y de distensión política a los problemas sociales que vive la población, dando un respiro a los administradores del Estado para no enfrentar, promover o continuar con los procesos de beneficio social que les fueron encomendados por medio del voto.

La Navidad nos aleja de seguir viendo la ineficiencia de las personas que gobiernan de forma corrupta e irresponsable desde sus puestos de poder político-económico y como consecuencia frenan el desarrollo del país al no darle atención a la situación de pobreza que millones de personas viven día a día y no porque sean “huevones”. Me refiero a la pobreza económica (pobreza extrema), sanitaria (ríos Motagua y Las Vacas en Chinautla), educativa (tratando de desaparecer el magisterio y huevándose el dinero de la refacción y valijas didácticas), democrática (36 partidos políticos autorizados) y vial (carreteras Odebrecht en pésimo estado) más otros factores denigrantes.

Todo lo anterior radica en la mente, espíritu, educación, valores humanos, éticos, morales y religiosos de los gobernantes que fueron electos por la voluntad de los ciudadanos; no es una cuestión que del “cielo” haya caído y se quedó en este país; y a decir verdad, no se solucionarán con orar y pedir al Santísimo, Yahvé, Alá o cualquiera deidad religiosa, que en esta Navidad les regale a los gobernantes esos atributos que sus padres no les inculcaron y mucho menos se los enseñaron en las escuelas donde se formaron culturalmente o en las iglesias donde acuden dominicalmente a “encontrarse” con Dios.

Navidad es una época traumática para la población que no tiene un ingreso económico mínimo fijo y ni siquiera tienen para comer en el día a día; y sobre eso, se enteran que los funcionarios siguen hueveando al Estado y recetándose “BONOS” INMORALES COMO PREMIO A SU INEPTITUD E INEFICIENCIA, pues resulta ofensivo hacer este tipo de erogaciones para quienes devengan un MAGNÍFICO Y JUGOSO SUELDO de acuerdo a sus “responsabilidades” y por ende no necesitan usar la rapiña disfrazada para tener más dinero mal habido.

¿DEGENERACIÓN MORAL A TODO NIVEL? o ¿Qué es lo que pasa con esa rapacidad para huevearse los recursos del Estado? ¿Es que todos o la mayoría de funcionarios de Gobierno están inclinados o dados al robo, hurto o rapiña? ¿Cuánto tiempo queda para que no haya dinero en las arcas?

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