Alfonso Mata

¿Qué entraña el juzgar? Poder. Tal poder, antes se consideraba bajaba de Dios o del Rey, pero nunca de las autoridades o los grupos de poder. Ahora sí. Durante mucho tiempo, el juez fue un personaje sagrado; ahora no se sabe qué nominación dársele, aunque sigue siendo necesario, en una sociedad con características de judicialización.

En general en nuestro medio, los jueces tienen mala reputación; pero individualmente, algunos de ellos escapan del estigma. A los ojos del público, ciertamente no hay un «juez ideal», pero hay muchos «malos jueces». Los percibe aislados en su ejercicio de juzgar, y a menudo comprados por intereses creados. La literatura también refleja esta opinión general. Es muy raro, encontrarse en novelas, cuentos e historias, bellas figuras de juez, siempre es como excepciones.

Qué espera el público de un buen juez: antes que nada, un hombre de integridad, que no esté influenciado por el estatus social de las partes y grupos de poder, ni por la opinión pública. Ni por el atractivo de la ganancia o recompensas. No debe tomar partido «por el acusado o el acusador, el apelante o el demandado» y debe permanecer neutral con respecto a «todas las personas, independientemente del rango, la dignidad, la calidad y las condiciones que tengan». Dentro de nuestros jueces ¿Podemos dibujar alguno con esos atributos? Pues sería bueno mencionarlos.

Lo más frecuente es que nos topamos en muchos de ellos, un discurso bueno y elocuente, con tanto conocimiento como palabras ante lo que quedamos encantados » oh, ese juez es bueno y docto” ¿Qué obtenemos con ese argumento? usualmente, algo que no necesariamente muestra que sea diligente. Nuestro juez «la columna vertebral del sistema de justicia en su conjunto» choca con el político, el burócrata y otras fuerzas de poder y por lo común, se pliega a ellas, dejando a un lado la justicia. Nuestros jueces no tienen ni aplican un muy buen conocimiento de la ley, no están dispuestos a hacer una investigación legal exhaustiva y no escriben decisiones claras y convincentes apegadas a la ley. Tampoco son lógicos y capaces de tomar decisiones informadas que resistan el escrutinio. Pregunta ¿por qué no hay estudios sobre malas prácticas legales? Creo que nos llevaríamos una sorpresa.

Un calificativo sobre un buen juez lo dio Voltaire en su personaje Zadig «cuando juzgaba un caso, no era él quien juzgaba, era la ley» lástima que fue sólo un personaje de cuento.

Escrúpulos de conciencia y sufrimiento moral, pueden abrumar a un magistrado cuando se trata de ejecutar un veredicto. En nuestros jueces, lo dudo. Pero hay dos caras en esto: El magistrado siente una ansiedad igual a la del convicto. En ese momento, unidos entre sí por una hoja de papel, la sociedad solo espera deseosa, que cumpla con el veredicto de expiar, pero no se pregunta ¿cuánta culpa es también de ella? Soñamos con un gobierno que no entorpezca los procesos penales de justicia, pero no hacemos nada por lograrlo y esperamos que otros lo hagan. ¡Que ingenuidad!

No obstante podemos reconocer al buen juez. Hay señales que muestran que el «buen juez» a veces existe. Generalmente es un «juez pequeño” dentro de la jerarquía de la justicia, valiente, desautorizado por sus superiores, atípico entre sus compañeros, por lo tanto aislado, «explota la verdad», a pesar de los obstáculos. A menudo se lo presenta como un hombre austero (en el imaginario colectivo, es un buen juez él austero); a menudo y con frecuencia de bajo rango. La prensa y los medios de comunicación en general, lo valoran, aún más, sí se opone a la judicatura y a su propia jerarquía, presentada como suave y servil en la mayoría de jueces. El «pequeño juez», solo contra todos, ataca valientemente a los grupos de poder; debido a esto, simpatiza con la opinión popular; la pregunta es: ¿será esto correcto?

Los jueces deben ser justos y abiertos; pero, eso parece imposible de lograr, en un sistema como el nuestro ¡no lo permite! Uno de los principales problemas de los jueces no es hacer justicia, es su enfrentamiento con el las malas políticas públicas y el pobre e inoperante Sistema de Justicia.

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