Hay quienes se rasgan las vestiduras por la no aprobación del Presupuesto diciendo que el mismo era un instrumento de desarrollo y que las rencillas políticas hacen que la gente no entienda lo que se buscaba con las asignaciones, destacando entre ellas las relacionadas con el Sector Justicia, los temas de educación, salud y la infraestructura y que la falta de candados se puede subsanar con una Contraloría eficiente que haga su labor. Esas son puras pamplinas porque hay que recordar que el Presupuesto fue elaborado con mentalidad de instrumento de chantaje y negociación y no como instrumento de desarrollo porque lo que está en juego es, en el fondo, el éxito del Pacto de Corruptos que justamente fue estructurado alrededor de las leyes de impunidad que habían sido elaboradas en el mismo Ministerio de Finanzas.

En condiciones normales repudiar un presupuesto puede ser un error, porque evita la inversión pública en el desarrollo, pero cuando se piensa, por ejemplo, que las asignaciones para Educación Pública eran para satisfacer a Joviel Acevedo y no para mejorar la calidad de la educción ni mucho menos la cobertura, el argumento de que nos hicimos daño sale sobrando y resulta absolutamente falaz. Eso para no decir que confiar en la Contraloría en vez de los candados es prueba de la más absoluta ingenuidad porque si alguna institución es parte de la cooptación es la que tiene a su cargo la fiscalización de la forma en que se usan los recursos públicos.

Decir que el Presupuesto propuesto para el 2018 era un instrumento de desarrollo es atribuirle una visión al gobierno de Jimmy Morales que definitivamente no tiene ni por asomo y es negar el papel que han jugado las autoridades de Finanzas en la negociación y conformación del Pacto de Corruptos que arrancó a todo vapor con la aprobación de las leyes que despenalizaban los delitos y que apuntalaban la impunidad, aprobadas el 13 de septiembre luego de que fueron elaboradas en el último piso del Ministerio de Finanzas, como se comprueba con aquellos audios que circularon en su momento.

Si el sistema está hecho para la corrupción y nada ha cambiado desde que se hizo evidente esa realidad, únicamente alguien absolutamente ingenuo puede pensar que su no aprobación le hace daño al país. Al contrario, era la tapa al pomo para que se pudieran utilizar, y desviar, los recursos públicos como moneda de cambio para el momento crucial que se avecina y que es la elección de Fiscal General, pues aquí todo gira alrededor de la corrupción.

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