Emilio Matta Saravia
emiliomattasaravia@gmail.com

Después de leer un informe sobre el crecimiento de la inequidad de ingresos, elaborado por una prestigiosa universidad inglesa, me queda clarísimo que la ruta que debemos seguir es la de combatirla. Las razones para combatirla son varias: se ha incrementado los últimos 40 años, se ha dado en todos los países no solo los subdesarrollados, la inequidad ha contribuido a la erosión de la cohesión social, la confianza en las instituciones y a la degradación de procesos políticos dando auge al creciente soporte electoral a candidatos populistas. También socava el crecimiento económico.

Es preciso aclarar, que combatir la inequidad no significa que todas las personas que trabajamos tengamos que ganar exactamente la misma cantidad, o que hay que quitarle a los que más tienen mediante expropiaciones o tasas impositivas leoninas para darle a los más pobres. Ninguno de los escenarios anteriores funciona y hay suficiente evidencia en el mundo de que no son los métodos correctos para disminuir la inequidad.

La inequidad es mala, no solo desde el punto de vista social y político, también lo es desde el punto de vista económico. Y eso es algo que debe alertar no solo a los políticos, también a los empresarios, ya que la misma hace inviable el crecimiento económico sostenido de una nación.

Se acusa a la globalización de ser el principal causante de la inequidad. Sin embargo, las causas son múltiples y muy complejas, van mucho más allá del proceso de globalización (que en sí este no es dañino para el mundo, todo lo contrario, es muy beneficioso). Hay causas que se dan, por ejemplo, en las economías más avanzadas, donde el sector financiero ha sido el sector más dominante, y ha contribuido a dictar políticas donde se privilegian las utilidades de corto plazo, en detrimento de inversiones de largo plazo y de los salarios. El claro resultado de lo anterior es que los directores o los gerentes van a preferir despedir empleados o invertir menos en equipos productivos, tecnología o capital humano, con tal de que sus utilidades del ejercicio sean mayores. Esta es la visión cortoplacista que domina la mayoría de empresas desde los años 80. Una razón por lo que esto ocurre es que se premia al director o gerente por la utilidad del ejercicio y no por el valor de la acción a largo plazo.

Otro factor importante que hace que la inequidad no genere crecimiento económico, es el hecho de que la inequidad no genera ahorro privado y sí genera un crecimiento en la deuda, lo cual al inicio genera un crecimiento de la demanda agregada (por la deuda), que luego se traduce en endeudamiento en clases media y baja, volviendo más pobre a la población en general y además haciendo que las crisis financieras sean más caras y tengan un mayor índice de ocurrencia.

Las políticas públicas juegan un rol crucial en la inequidad, ya que las mismas no se han enfocado en proveer de la educación necesaria a las grandes mayorías para que puedan enfrentar los cambios que se están dando en el mercado laboral como consecuencia de la globalización y el avance tecnológico.

Combatir la inequidad no debe ser una alternativa, sino que la opción a elegir para que nuestra forma de vida sea social y económicamente viable.

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