Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt
Ayer publicamos una entrevista con el ingeniero Ronald Mynor Peláez, del Centro de Estudios Urbanos y Regionales de la Usac, sobre los serios problemas del tránsito en la ciudad de Guatemala y en el país, producto de un estudio bajo su dirección realizado por el CEUR que arroja conclusiones dramáticas sobre lo que se ha perdido de tiempo por incapacidad de nuestras autoridades que no le atinan a comprender la dimensión del problema.
En prácticamente todas las ciudades grandes del mundo el tráfico se vuelve lento y congestionado en las horas pico, cuando la mayoría de la gente se desplaza hacia sus actividades o retorna a sus viviendas. Sin embargo, en Guatemala estamos comprobando que desapareció la hora pico porque a toda hora y en todo lugar se topa uno con enormes congestionamientos viales que son un verdadero dolor para la población que no encuentra alternativa más que la de tener paciencia franciscana porque, literalmente, no hay nada más que hacer.
Y ello porque Guatemala presenta varios problemas estructurales que tienen su origen en la resistencia de la Municipalidad de Guatemala a cumplir con el mandato constitucional relacionado con el Distrito Metropolitano en el que tendría que coordinar sus políticas con los jefes edilicios de otras jurisdicciones vecinas. No hay una estrategia metropolitana para atender el problema de transporte ni existe una planificación vial digna de tal nombre porque todo se limita a construir pasos a desnivel de relumbrón, que son puestos como condición para autorizar nuevos desarrollos urbanos, y que no resuelven absolutamente nada porque lo único que hacen es mover unas cuantas cuadras los nudos viales, sin que se puedan desatar realmente.
Mientras no tengamos un sistema eficiente a nivel metropolitano de transporte colectivo la gente seguirá necesitando adquirir alguna forma de transporte y el crecimiento del parque vehicular irá siempre en aumento sin que dispongamos de más calles para darles cabida, lo que implica que cada día que pasa hay más tráfico y más atascos, lo que constituye el precio que debemos pagar por la falta de capacidad para planificar como se ha hecho aún en ciudades más pequeñas que la nuestra, pero que cuentan con autoridades visionarias y competentes que se preocupan de lo fundamental y no simplemente de hacer su capricho.
Ese tráfico caótico que tenemos, en el que muchas veces los remedios resultan peor que la enfermedad, no sólo significa que se pierde de forma estéril tiempo muy valioso, sino que también se genera una carga sicológica muy fuerte sobre la gente, porque pasar tanto tiempo en medio de esos impresionantes congestionamientos en los que simplemente no se mueve nadie perturba a cualquiera.
Es urgente que se implemente el mandato constitucional relacionado con la visión metropolitana que tiene que haber entre los municipios que conforman la región para que se puedan realizar planes con visión de desarrollo urbanístico moderno y realista sobre bases técnicas que nos permitan empezar, algún día, a resolver los problemas del tráfico en la ciudad.