Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82
Otra semana más que fue convulsa en Guatemala y otra semana más que seguimos en una ruta que merece cambios para pensar en un futuro mejor. Por compromisos de trabajo el jueves no pude escribir y hoy utilizaré este espacio para abordar un tema que no tiene que ver con la coyuntura del país sino que tiene relación con el Latin Impact Summit 2017 celebrada en la ciudad de New York.
La cumbre es promovida por la Fundación Cala de Ismael Cala y por Sergio Fernández de Pvblic Foundation y se abordaron temas variados de la región, además de que se reconoció a algunas personas que han impactado en su comunidad como Thalía y empresas, entre las que destacaron dos guatemaltecas, Cementos Progreso y Palmas del Ixcán.
Se habló de los procesos de corrupción que suceden en nuestros países y de los grandes retos que eso genera para construir un verdadero Estado de Derecho, de la necesidad que existe de que las mujeres tengan el lugar que se merecen en la sociedad que juntos estamos construyendo, de la imperante obligación que tienen los diferentes líderes en diversas ramas para incidir en el futuro y el papel que juegan nuestros jóvenes en el presente y en los años que vienen, entre otros.
Pero una cosa que quedó clarísima en el seno de la cumbre es la necesidad de que todos podamos seguir generando más riqueza pero con la clara intención de que menos gente se quede atrás porque se entiende que en la medida que una sociedad se levante y se caiga de manera conjunta, siempre estaremos mejor.
Todos los que participamos del evento compartimos el privilegio de tener oportunidades y por eso fue un foro especial en el que algunos expositores aprovecharon para abordar esa necesidad que entendamos que el cambio empieza por uno y que si no creemos en el poder de nuestra voz, las cosas no van a cambiar; si no logramos modelos más incluyentes, las oportunidades que tenemos están en riesgo.
A los expositores se les pedía que asumieran un compromiso que el año entrante permitiera revisar el nivel de cumplimiento y las promesas fueron diversas. Yo no fui expositor, pero mi compromiso ha venido siendo claro y seguiré luchando porque en Guatemala las elecciones del 2019 se puedan celebrar bajo reglas diferentes que nos permitan pensar en un futuro mejor.
“La nuestra es una región de contrastes”, decía el rector del INCAE y Manuel Meléndez, un joven politólogo a punto de ser graduado de Harvard, decía que “él era un optimista escéptico” y cito estos dos puntos particulares, porque debemos reconocer nuestra realidad para poderla cambiar, pero tenemos la harta obligación de no perder la ilusión para poder construir mejores naciones para nuestros hijos.
Y en la cena del jueves, Cala hablaba sobre la necesidad de que ese crecimiento pase por la inclusión de los menos privilegiados y en especial de los grupos originarios, que en el caso particular de Guatemala han sido eternamente marginados y eso debe cambiar.
Da gusto saber que hay mucha gente que quiere seguir generando más para lograr mejorías personales y familiares, para los propios y para terceros porque insisto, si todos tenemos más oportunidades, nuestros hijos vivirán en países mejores, más justos e incluyentes en el que más niños tengan oportunidades.