Jorge Santos

Recientemente en la ciudad de Ginebra, Suiza, se llevó a cabo el 6to Foro Mundial sobre Empresas y Derechos Humanos con el objetivo de que los Estados, las empresas y miembros de la sociedad civil, particularmente comunidades y Pueblos Indígenas afectadas por actividades empresariales, evalúen aspectos relacionados con los retos, avances o retrocesos en cuanto a la implementación de los Principios Rectores sobre Empresas y Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

Este cónclave resulta importante en la medida en que coloca sobre la mesa de discusión el impacto que las empresas están teniendo sobre las personas y ecosistemas, en una diversidad de aspectos que trascienden el ámbito laboral. Los Principios Rectores sobre Empresas y Derechos Humanos no constituyen un nuevo catálogo de derechos; más bien reafirman la urgente necesidad de involucrar a todos los sectores en el respeto y cumplimiento de la amplia lista de derechos fundamentales. Los Principios resaltan la obligación de los Estados de garantizar y proteger los derechos humanos, la obligación de las empresas de respetarlos. Comprometen, tanto a los Estados como a las empresas, cesar las actividades que vulneran los derechos, garantizar la reparación y remediar el impacto negativo producido por las violaciones a los derechos de las poblaciones.

Existen realidades disimiles entre los países al implementar estos Principios Rectores. En Guatemala destaca el alto grado de violaciones a los derechos fundamentales de los Pueblos. Para nadie es un secreto la vulneración permanente, masiva y sistemática a los derechos laborales de las y los trabajadores en el país: salarios de hambre, jornadas extenuantes, falta de protección y salud ocupacional, peores formas de trabajo infantil y núcleos familiares desarrollando trabajos conjuntamente para recibir un solo salario. A las agresiones laborales habrá que sumar que poblaciones enteras han sido sometidas al despojo de sus tierras y territorios; frente a sus justos reclamos son sujetos de agresiones permanentes, criminalización, persecución y asesinatos de sus líderes. Es así como muchas empresas satisfacen su ambición desmedida por la producción de riqueza.

Las comunidades y los Pueblos que participaron en este 6to Foro exigieron la detención de la violencia sistemática; proclamaron con certeza y claridad que priorizan el respeto y cuidado al ecosistema antes que las medidas de mitigación por daños provocados. Demandan el cumplimiento y respeto a la consulta previa libre e informado previo a la aprobación de licencias a empresas extractivas.

Sobran las muestras de incapacidad y desinterés del Estado Guatemalteco de obligar al sector empresarial al respeto irrestricto de los derechos humanos. El colectivo de empresarios organizados pareciera, por naturaleza, ser incapaz de respetarlos. Sigue urgente transformar el sistema. Necesitamos un colectivo empresarial renovado, digno, respetable, a la altura de los tiempos actuales; con la capacidad de producir con la población en el marco del respeto a su dignidad y del cuidado a la naturaleza. De seguir con el modelo empresarial actual, el modelo económico actual está destinado a morir lentamente y en él el empresariado actual será víctima de sus propios vicios: el saqueo, la corrupción, la violencia y la impunidad.

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