René Leiva

Choi-Tsien-Yu, observador del cielo en el palacio del emperador Xi-Nou, un día vio pasar una gran bandada de cigüeñas de cuyos picos colgaban pañales blancos con bebés adentro, hecho que tomó como signo de la futura grandeza demográfica de su país.

Chójin, Ekaterina, balletista de gran talento y belleza, no creía en el amor y jamás se casó; padeció no menos de 27 abortos provocados. Al morir dejó una fortuna en cuadros con escenas eróticas y varias tinajas con polvo de cuerno de rinoceronte.

Chúmez, Chepe, niño prodigio, a los cuatro años dominaba seis idiomas, conocía la teoría de la relatividad y de los quantum, se sabía el nombre de todos los ríos de Asia y las estrellas de todas las constelaciones, así como divinidades de India. A los siete años olvidó sus conocimientos y fue conducido a la escuela de párvulos para que aprendiera los rudimentos de la lectura y escritura. Al cabo, se casó y trabajó como contador en una compañía importadora de repuestos para tractor.

Dávila, Leonor, heroína de la independencia de la Atlántida, donde perdió padres, esposo e hijos. Emigró a Lemuria y organizó allí una guerra de guerrillas contra la dominación otomana. Una estatua ecuestre suya se conserva en Leonorópolis.

Desdeux, Karl-Friedrich, filósofo neopostmarxista, precursor del materialismo cuántico, negó la existencia del alma, del yo y la individualidad como entidades o categorías autónomas y no dialógicas o dialécticas. Comparó la lucha de clases con la relación entre haces de luz y haces de sombra.

Días, Ramón, logró extraer, por medios que no quiso confesar, sudor de una roca en el solitario camino que lleva de Sorete a Puquer. Con varios centímetros cúbicos del líquido en un frasquito hermético atado al cuello, recorrió medio mundo pregonando su milagro.

Donato (Américo Don Nato, llamado), viajero, erudito y coleccionista de libros raros, llegó a acumular tal cantidad de conocimientos que, poco antes de morir, ordenó enterrasen junto al suyo media docena de ataúdes vacíos.

Dulcinea, confitera y repostera de Antigua Guatemala, salía por las noches con una olla de mermelada caliente, la que con una paleta de madera untaba en las grietas y hendiduras de las venerables ruinas.

Duss, Erasmo, verdugo de Amsterdam, fue inmortalizado por Durero (Alberto), quien hizo de él una estatua que se conserva en perfecto estado en la plaza Aartoon de Nimega. La imagen es reverenciada porque en primavera mana sangre de sus manos.

Egolólogo, satirizó a la sociedad de su tiempo; habiendo provocado la ira del tirano Xuxa fue condenado a componer odas celebrando las falaces virtudes de aquella hipócrita corte, a lo que accedió, pero tuvo la astucia de meter cizaña y ponzoña en sus nuevas poesías, lo que se cree precipitó la caída del reino xuxano. Es autor de la célebre “Egololaria”.

Eliseo de Baviera, diplomático peruano-ecuatoriano, autor de la “Doctrina Elisea” y padre del “Tratado común”, este último en que se sientan las bases para que Groenlandia ceda parte de su territorio a colonos de Bolivia y de la Nuevas Hébridas.

Enogu, Washington, cacique de las islas Tuakki; cirujano plástico de renombre, las estrellas (actrices) hollywoodenses llegaban hasta su vieja y enorme choza para que les enderezara la nariz.

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