Mario Alberto Carrera
marioalbertocarrera@gmail.com

12 de noviembre
Eso de Tonatiú no le vino por divino ni por su talle gentil. Partió de algo que él mismo deslizó como quien no quiere la cosa. Él mismo solapadamente en algún regio convite de Las Conchas, dijo que acaso se parecía a don Pedro. O en algún sarao de sus tierras antigüeñas –un poquillo antes de que se soplara al lechero– introdujo sutilmente en los oídos de su concurrencia, que “alguien opinaba” que era igualito al adelantado: por rubio, ojizarco y blanco rojizo cual los conquistadores –que lo fueron– pese a ser analfabetos como Pizarro. Y unos por quedar bien, y otros con sorna, comenzaron a llamarlo Tonatiú, el hijo de los “simius areus” de la selva tropical de Guatemala.

Algunos columnistas lo consagraron como el mejor político y el de mayor éxito del país, enamorados de él, desde asientos de lujo de la oligarquía. Porque la mayoría de columnistas no son otra cosa que serviles cajas de resonancia –de la alta burguesía– colocados estratégicamente en los medios escritos de este país. Y así pasaron los años y del gran zapotal, guayabal y aguacatal-guacamolón –en que se alzó– cae hoy en picada ¡y más caerá aún y se aplastará!, en los umbrales de una ancianidad más que objetiva.

No obstante y pese al abatimiento y desplome en que lo vemos –hundido es los excrementos que cultivó y cosechó a lo largo de casi medio siglo– dos escritores ¡ponderados como selectos en Guatemala!, lo defienden y lo continúan consagrando, de algún modo, ¡en una devoción sin límites!, e inexplicable aparentemente, desde libros biográficos y artículos: columnistas, los dos, de elPeriódico.

En dos enormes e interminables páginas –de ese mismo medio y en la fecha que encabeza esta nota– leo un encomio para Arzú, disfrazado de crítica enamorada. ¡Aún deslumbra con sus tonantes rayos el adelantado! Qué capacidad de seducción tiene todavía en su vejez el señor de los ayuntamientos. Hay un gran amor en esas líneas, aunque teñidas de sutiles reclamos, que más bien son devaneos. Más inteligibles, porque el devoto autor (y el objeto de su devoción) son del mismo linaje y ascendencia hispánica y colorido.

Pero del biógrafo no entiendo la adoración. Notas y más notas han aparecido en los medios saludando la reciente biografía del adelantado, en cuya tapa aparece vestidito de militar: ¡faltaba más!

Pobre biógrafo –que tan cerca también de su vejez, tan cerca de los años en que uno se debe respetar más y cuidar más de su nombre– ha cedido acaso a la seducción –de una estima mayor “en sociedad”– y no ha pensado dos veces en que Tonatiú lo arrastrará –al igual que al de las dos páginas que arriba indico– al desprestigio y a la subestimación, de literatos más sensatos y objetivos, en el juicio de la historia.

13 y 24 de noviembre
La Prensa se ocupa del tema que, agobiados, no preocupa desde siempre: la desigualdad aterrorizadora de Guatemala, es decir de manera más clara: la pobreza extrema ¡la miseria!, en que el 80% de nuestros compatriotas se hunde sin que la mayoría –de los que no estamos en las misma circunstancia– reaccionemos angustiados.

El 13 y el 24 de noviembre, los medios informan (porque la verdad es que no denuncian) los conflictos ¡ya eternos!, de las ocupaciones de tierras latifundistas –y casi siempre ociosas– por llamados “invasores”– que no tienen petate en qué caer muertos ¡y por eso invaden!, no por ladrones…

El clamor por la tierra es el dolor inmutable de Guatemala. Su calvario y tal vez su final. No sabemos si estamos cavando nuestra propia tumba, al cerrarnos, implacables, a la equidad.

Artículo anteriorPlaneación del ISR e ISO para el 2018 – Parte I
Artículo siguienteEl momento financiero más importante