Francisco Cáceres Barrios
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Mientras los guatemaltecos sigamos contradiciendo con hechos lo que bien sabemos no debiéramos hacer, la situación política, económica y social de nuestro país seguirá yéndose por el despeñadero. ¿Alguien ignora que el desastre de nuestro Congreso se debe a que sus integrantes los hemos elegido, para llamarlo de alguna manera, al sabor y antojo de los politiqueros que se han venido negando a modificar la Ley Electoral y de Partidos Políticos para seguir satisfaciendo sus intereses personales y jamás los de la ciudadanía? Nadie ignora que los diputados no van a hacerse el harakiri, por ello es que jamás van a analizar, discutir o aprobar reformas para modificar el sistema que se ha venido empleando para aprobar el presupuesto general de gastos, ingresos e inversiones del Estado.
Sin embargo, seguimos jugando solo el papel de espectadores y estamos tan mal de la cabeza, que seguimos invitando a los diputados para participar en foros, reuniones, entrevistas, como a supuestos diálogos en los que, como de costumbre, hacen gala de su incapacidad, de su falta de preparación y hasta del insoportable cinismo y desvergüenza en busca de mantenerse pegados a sus curules. Lo mismo han hecho para detener proyectos de leyes que a ojos de todo el mundo son convenientes para el país, como para aprobar a todo vapor las inolvidables reformas que con toda desfachatez aprobaron para incrementar la corrupción y la impunidad.
A los guatemaltecos nos encanta cortarle la cabeza a cualquiera que saque la cabeza sobre la barda con la buena intención de cambiar las cosas en Guatemala y como buen ejemplo de ello, está el recién creado Frente Parlamentario por la Transparencia y la Democracia, a quienes desde que hicieron el primer comunicado de sus intenciones salieron a relucir abundantes guadañas, como un cúmulo de malos augurios. ¿Por qué no darles la oportunidad para que demuestren la verdad de sus intenciones? Por ello es que insisto en decir que no sigamos haciendo lo que no debemos, especialmente lo que nos ha dejado sumidos en el actual marasmo en donde predomina el desencanto, la frustración y la desesperación. ¿Por qué no darle la oportunidad a quienes ahora integran este pequeño grupo para que libren su lucha interna en un organismo en donde solo brillan apellidos como el de Hernández, Giordano, Taracena y otros más que solo se han dedicado a demostrar hasta la saciedad incapacidad, abyecta corrupción y una absoluta falta de principios y valores? Por favor, ya es tiempo de madurar, como de actuar con serenidad y mesura, porque de seguir haciendo tanto malo que hemos hecho, seguiremos teniendo los mismos pésimos resultados que ahora estamos padeciendo.