Estuardo Gamalero

“¿La historia se repite? ¿O se repite solo como penitencia de quienes son incapaces de escucharla?” Eduardo Galeano

Entre las encrucijadas que nos encontramos los guatemaltecos, a 1 año y 1 mes de empezar el nuevo proceso electoral, hay algunas que quiero mencionar: a) ¿Será que estamos en la misma situación, que en las vísperas del proceso electoral 2015?; b) ¿Podemos cambiar los resultados electorales y el destino del país mediante modificaciones a las leyes?; c) ¿Se vislumbran en el escenario político opciones electorales y potenciales candidatos que gocen de credibilidad social y solvencia moral?; d) ¿Cuál es el perfil del líder político que necesitamos para sobrevivir la coyuntura y proyectar adecuadamente el futuro?; e) ¿Pueden mejorar las cosas, si quienes participan son los mismos y provienen del mismo lugar?

Como siempre he dicho en este espacio, nadie es dueño de la verdad absoluta y ésta tampoco se compra en la esquina. Así que, desde mi punto de vista, plantearé los argumentos y reflexiones de la manera más objetiva posible.

En las elecciones generales del 2015, Guatemala se enfrentaba a varios retos, uno de ellos era manifestar a las opciones políticas de más peso, que: “no les tocaba”, “que ya habían tenido oportunidad de gobernar y no convencieron”, “evitar el rompimiento del orden constitucional” y “entablar las acusaciones y encarcelamientos en contra de los políticos, gobernantes y civiles que presuntamente estaban involucrados en actos ilegales”.

Me parece que los retos continúan siendo los mismos, con la variante que, el resultado electoral del 2019 no lo decidirán factores como: “gana el que más dinero aporta” y “le toca al perdedor de la contienda anterior”. Realmente, los guatemaltecos hemos empezado a reflexionar y analizar de mejor manera la información. Me parece, que la mejor opción será aquella que logre transmitir confianza, que evidencie con ejemplos tangibles los resultados positivos de trabajos y responsabilidades anteriores. Por supuesto, el aprendizaje ciudadano se encuentra en “pañales” y todavía hay personas que se engatusan con cantos de sirenas y otros que piensan y actúan bajo la premisa de: “el fin justifica los medios”.

Es de suma importancia entender que no podemos pasar de ser un país de tercer mundo a uno de primer orden en cosa de 4 años. Es indispensable reconocer la importancia de la voluntad expresada por el pueblo en las elecciones y no alimentar golpes de Estado por frustración.

Es un desafío, el que buenas, valientes y capaces personas, participen y se postulen. Pero, ¿En dónde están y cómo logramos que el sistema los atraiga y al mismo tiempo repela a los mafiosos y vividores del Estado? Definitivamente, el paisaje político del cambio necesita ciudadanos probos que no solamente aporten sus ideas y critiquen desde las sillas que ocupan, sino que participen y actúen a favor del rescate de Guatemala, mediante una actitud positiva y de crítica constructiva.

El ámbito electoral se encuentra estrechamente relacionado con los problemas sociales y el escenario económico. Lo anterior, implica que, mientras permanezca la actitud egoísta de “jalar agua únicamente para mi molino” y “boicotear todo intento de desarrollo e inversión, sin voltear a ver la realidad nacional”, nos condena como Nación a un escenario de pobreza y abusos de toda naturaleza.

Tenemos el reto de vencer y desenmascarar ese movimiento de “falso humanismo” que nos hunde en pobreza, intenta romper los principios y valores de un pueblo altamente conservador, y ambiciona la destrucción de garantías fundamentales de la República y el Estado de Derecho.

En el diagnóstico de males electorales y nuestra democracia, la mayoría coincidimos en que hay ciertos temas que necesitan una reforma, entre los principales podemos mencionar: el fortalecimiento de la democracia interna de las organizaciones políticas, de manera que se puedan contrarrestar las diversas formas de cacicazgos y feudos dentro de los Partidos. La implementación de mecanismos que permitan una mejor forma de representatividad de la población, a efecto que, los candidatos sean realmente electos y no impuestos. El fortalecimiento del Tribunal Supremo Electoral y sus autoridades, de manera que éstos puedan actuar con total autonomía y desempeñarse libres de presiones e intereses ajenos a su rol.

Para lograr lo anterior, el Congreso de la República deberá aprobar la iniciativa de ley que reforme ADECUADAMENTE los artículos necesarios de la Ley Electoral y de Partidos Políticos. En ese sentido, tanto el TSE como la Corte de Constitucionalidad jugarán un papel sumamente importante. El primero, mediante la presentación de reformas que realmente sean viables, objetivas y corrijan los vicios presentes. La segunda, a través de la validación o la corrección constitucional SIN INTERESES IDEOLÓGICOS, de las reformas que le sean presentadas.

Los diputados, magistrados, funcionarios públicos, así como los ciudadanos, debemos actuar como guatemaltecos de bien, motivados por principios y valores que promuevan el bien común de las futuras generaciones, no simplemente la comodidad de los intereses presentes o por el miedo de quien les presiona.

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