Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82
El día martes, en representación de La Hora, tuve la oportunidad de entrevistar al nuevo embajador de los Estados Unidos, Luis Arreaga, y entre muchas otras cosas, mencionó que una agencia americana llamada Opix está interesada en traer inversiones al país porque se está luchando contra la corrupción y eso genera confianza en diferentes agentes económicos; sus declaraciones se dieron al discutir si la lucha contra la corrupción genera cambios bruscos y afecta o no la economía.
Y creo importante destacar esa parte de la entrevista, porque llevo algún tiempo diciendo que el cambio es un tema económico y que en la medida en que tengamos la entereza, como país, de enfrentar nuestros vicios podremos romper los lastres que generan marginación que en el caso de la mayoría termina siendo para siempre.
Habló de esa forma en la que algunos sectores de nuestra población están marginados del desarrollo mencionando a los indígenas del país, y que espera que en el futuro puedan trabajar con un Ministro de Finanzas (al que se le dio una segunda oportunidad y esas palabras son mías) para discutir acerca de algunas maneras en las que el dinero, incluido el de la cooperación internacional, pueda llegar a donde debe ir, porque hoy la gran mayoría se queda en los anaqueles de la corrupción.
Fue claro al hablar del tema de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), del buen trabajo que al frente de ella ha hecho Iván Velásquez y de lo fundamental que resulta la elección del nuevo Fiscal General porque está claro que Estados Unidos se siente complacido con la ruta que ha trazado Thelma Aldana como jefa de la Fiscalía.
En dos ocasiones me dijo el Embajador que le estaba haciendo preguntas hipotéticas, y me quedó una impresión que a pesar que el señor Arreaga lleva muy poco tiempo en Guatemala, tiene bastante tiempo de estarnos analizado en términos de país, sus órganos, sus problemas sociales y sus respectivos actores.
Hay quienes estiman que la diplomacia del Embajador y su estilo “mesurado” generan confusión, pero yo estimo que se trata de un diplomático americano nacido en Guatemala que tiene una radiografía clara de nuestros problemas como país y de quienes están apuntados para construir un futuro verdaderamente diferente para todos.
Creo que su llegada abrió algunas ventanas de oportunidad para algunos que se están resistiendo a los cambios y dependerá de ellos (incluyendo a la Presidencia y a quienes lo arroparon para el non grato) si se suben al barco y navegan un busca de un nuevo horizonte o si se quedarán en el puerto pensando que ahí pueden batallar y controlar lo que sea necesario para que los vicios sigan igual, aspirando así a poder seguir el modelo de cooptación.
Aquí, todos por igual, debemos jalar por un nuevo orden, por un mejor sistema libre de vicios cuyo origen está en la cooptación, y por eso es que resulta necesario que los entendidos de diversos sectores (académicos, indígenas, religiosos, sindicalistas, cooperativistas, empresarios, militares, activistas sociales, profesionales de diversas ramas, etc.) podamos platicar y sobre todo alzar la voz entendiendo que en la medida en que esto cambie y a mayor capacidad de generar riqueza sin dejar a tanta gente atrás, no solo disminuiremos la brecha social sino que también podremos registrar mayores ingresos.
Arreaga se recordó del Congreso y de sus cosas “insólitas”, y también vale la pena destacarlo porque desde ese foro es en el que se deben materializar los cambios “institucionales” y no debemos dejar que la cacareada institucionalidad sirva de excusa para la continuación de los vicios; por tanto debemos poner atención en ese nuevo frente parlamentario al que no solo hay que comprometer, sino apoyar si se deciden a denunciar y a enfrentar los vicios de nuestro sistema.