El informe de Human Rights Watch sobre la impunidad en Guatemala en relación a los casos de corrupción nos demuestra que estamos perdiendo lastimosamente la batalla porque los implicados y quienes temen serlo han jugado sus cartas de manera que no haya condenas y se pierda el tiempo hasta que dejen de estar fregando figuras como Thelma Aldana e Iván Velásquez. El contubernio entre los diputados, el Ejecutivo, el Poder Judicial y grupos oscuros que trabajan arduamente para defenderse de los embates de la lucha anticorrupción es más que evidente y también altamente productivo para proteger a los pícaros.

De esa cuenta no van quedando muchas opciones y una de las más claras es la movilización social que está siendo convocada por la Asamblea Ciudadana contra la Corrupción y la Impunidad, puesto que la arremetida de los sindicados va en serio y no se va a detener simplemente porque la observación internacional haga un informe tan preciso como el que presentará hoy Daniel Wilkinson. Por el contrario, cuando arrecian los señalamientos y se hace ver lo empeñados que están en obstruir la justicia, más se cierran las filas de los sinvergüenzas para asegurar que ninguno de ellos vaya a tener que sufrir sentencias condenatorias.

El plan ha sido elaborado con toda precisión para torpedear los procesos hasta que se pueda disponer de fiscales y acusadores blandos que dejen de estar “chingando” de la manera en que ahora lo hacen los que hablan en nombre del Ministerio Público y de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala y no falta mucho para que termine el período de la Fiscal General y ya hemos dicho que la campaña para desprestigiar su trabajo está en marcha y es dirigida por aquellos que en nombre del sistema corrupto están listos para asaltar la posición del MP.

Los ciudadanos que no queremos que se perpetúe el sistema de impunidad y corrupción, estamos quedando sin mayores opciones porque la institucionalidad ha sido nuevamente secuestrada por los poderes fácticos como un instrumento para evitar cualquier cambio. No fue casualidad, para nada, que hace dos años se opusieran al clamor popular de que en estas condiciones no queremos elecciones porque sin esas condiciones pierden todo su poder los políticos corruptos que se han sabido beneficiar de un prostituido modelo de elegir autoridades.

Si se cierran los espacios no dejarán más camino que el de la organización y movilización social como última esperanza de contener el tremendo poder de los políticos y sus socios que no dejan de mover sus piezas.

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