Dr. Luis Fernando Cordón Morales
@lfercordon – buzonasprodecogt@gmail.com

Entre las declaraciones recibidas por la Comisión de Finanzas del Congreso de la República, previo a dictaminar sobre el proyecto de presupuesto 2018, resaltó el reconocimiento de las autoridades respecto que la brecha fiscal (no recaudación de impuestos) en 2017 podrá ser de más de mil millones de quetzales, lo que compromete la propuesta de financiamiento estimada por ingresos tributarios para el próximo año (Q63 millardos), máxime si ofrecen respaldar su cumplimiento únicamente con medidas administrativas, que al no cumplirse o darse marcha atrás ante las presiones externas, crean agujeros recaudatorios.

El incremento del gasto de Gobierno y el prometido ingreso fiscal ofrece de entrada un déficit fiscal del 2.6%, mismo que requiere un acrecentamiento considerable en los ingresos ordinarios, que de no alcanzarse, complicaría las finanzas y resultar un déficit mayor al estimado; por lo que surge de nuevo la discusión de la necesidad o no de una reforma tributaria y, porque no, de una fiscal.

Como parte de los Acuerdos de Paz, en el apartado de política fiscal, el Gobierno se comprometió a incrementar para el 2000 en 50% la carga tributaria registrada en 1995 (8.8%); es decir, que esta debía llegar a 13.2%, lo cual ha incumplido hasta la fecha, precisamente, la registrada en el 2016 fue de 10.4%, se estima que cerrará el 2017 con 10.1% y que proyecta para el 2018 una de 10.5%; por lo que Guatemala tiene la carga más baja de Centroamérica y penúltima latinoamericana, encontrándose muy por debajo del promedio de la región.

Históricamente el ingreso tributario guatemalteco ha sido bajo y producto de diversos factores económicos, políticos y sociales, que han provocado que la carga tributaria sea insuficiente para atender las innumerables necesidades sociales, razón por la cual en las últimas tres décadas se intentaron diversas reformas tributarias que llegaron hasta la Corte de Constitucionalidad para la revisión de su constitucionalidad y el resultado (con o sin lugar) terminó solo dando algunos suspiros a las finanzas, incluso unos temporales, pero también frenó el crecimiento o redujo dicha carga.

Los factores que pueden mermar los ingresos tributarios pueden ser variados, como la disminución de las actividades económicas, las condiciones internacionales, deficiencias administrativas del ente fiscal o la inestabilidad política, entre otros; sin embargo, los momentos en que se han obtenido saltos cuantitativos importantes ha sido precisamente cuando han existido acuerdos políticos como los surgidos de la firma de la paz, de la suscripción del pacto fiscal y el consenso para el Fortalecimiento de la Administración Tributaria, pero el mismo también se ha visto debilitado justamente cuando han existido enfrentamientos entre el sector público y privado.

Ante la necesidad de mejorar el ingreso tributario resulta oportuna la discusión abierta sobre el fortalecimiento de la SAT; políticas públicas para el combate de la evasión y el contrabando aduanero; revisión y reducción de los beneficios fiscales vigentes; y, la modernización del sistema tributario, para llegar a un acuerdo político que sea respetado por las partes y suficientemente técnico para que no sea fácil debilitarlo en Corte.

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