Emilio Matta Saravia
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La semana pasada leí en Plaza Pública una entrevista muy interesante que le hicieron a Gustavo Arriola, coordinador del Informe de Desarrollo Humano del PNUD. La entrevista se centra obviamente en la pobreza de nuestro país, pero llama poderosamente la atención que, en los últimos veinte años, Guatemala es el único país de América Latina que no ha logrado disminuir el número de gente pobre. Todo lo contrario, aumenta año con año.
¿Qué sucede en nuestro país? ¿Por qué motivos ha fracasado el objetivo de reducir la pobreza en nuestro país? Y más importante aún, ¿qué soluciones de corto, mediano y largo plazo tenemos para disminuir el número de personas pobres en nuestro país?
Es un tema muy complejo, y las soluciones no son sencillas. Se requiere una gran dosis de valor y entereza para ejecutarlas. De acuerdo con grupos de opinión y tanques de pensamiento, hay que atraer más inversión extranjera y generar más empleos. Eso es más que obvio, no se necesita un doctorado en economía para dar con esa respuesta. ¿Pero cómo hacerlo?
He leído a columnistas que opinan que, por ejemplo, establecer un salario diferenciado en áreas donde existe un alto nivel de desempleo es una solución. Estoy en total desacuerdo. Eso lo que va a generar, es un traslado de fábricas, de donde están actualmente a estas nuevas regiones, obteniendo los propietarios beneficios en reducción de costo de mano de obra, pero a nivel país habrá la misma cantidad de personas desempleadas (solo se trasladaron las unidades productivas de un lugar a otro) con el agravante de que habrá un menor consumo por tener un salario nominal menor. Además de que me parece aberrante el salario diferenciado que proponen. Los invito a que vivan un mes con ese ingreso, a ver cómo les va.
Creo que la propuesta debe ser integral, atacando distintos frentes a la vez. Se debe atacar la desnutrición e insalubridad (fuente de la mayoría de enfermedades), con políticas asistencialistas por parte del Estado, en los lugares más vulnerables (donde hay más gente pobre). De esto he escrito bastante. Se debe atacar la falta de salud, llevando dichos servicios más cerca de la población más necesitada, no al revés. Se debe atacar la falta de educación, no solo a los menores de edad, sino también a las personas mayores, que no asistieron a la escuela (y por ende no cuentan con ninguna preparación académica), con programas educativos acorde a la realidad de las personas, tratando de enfocarse en áreas técnicas específicas, en vez de áreas generales, como lo es un bachillerato en ciencias y letras. En las áreas rurales, por ejemplo, se pueden capacitar con técnicas agrícolas, mientras que en las áreas urbanas se pueden capacitar en computación, por ejemplo. Los programas deberían ser diseñados por el Ministerio de Educación en conjunto con las municipalidades y los pobladores del municipio, empoderándolos para que ellos mismos puedan decidir qué es lo que más les conviene aprender a ellos y a sus familias. Obviamente todo lo anterior no va a funcionar, si antes no se ataca de raíz el eterno problema de nuestro país, llamado CORRUPCIÓN. Esto sólo se logrará cambiando el sistema existente por uno donde se castigue al corrupto y al corruptor, y la transparencia y rendición de cuentas de las autoridades sea la norma y no la excepción. Previo a construir carreteras, debemos construir capital humano con transparencia.