Jorge Santos

Si algo han demostrado los eventos recientes es que las élites conformadas por el poder económico tradicional y el emergente, el poder militar, el poder político y hasta el crimen organizado no están en la disposición de ceder ni un ápice del actual status quo que les permite agenciarse y saquear las riquezas que hoy ostentan. Hoy conviven todas bajo una sola consigna: hacer retroceder los pocos avances democráticos y reforzar la tiranía de la corrupción e impunidad.

Durante 2015 lograron difundir la fantasía del proceso electoral que resolvería el grave problema del Estado guatemalteco. No fue más que una farsa para imponer y reinstalar un régimen oprobioso que a la fecha ha dado muestras de descaro, ignorancia, robo rampante y violencia. Frente al avance de los casos impulsados por el sistema de Justicia, la respuesta de estas élites es hacer retroceder y cerrar los pobres espacios democráticos existentes, y cuando se sienten acorralados han levantado las voces de un diálogo que conduzca a más de lo mismo.

Este diálogo convocado por el ilegítimo señor Morales ha buscado varios nichos para incrustarse, sin ningún resultado. De primero fue la pretensión de utilizar al Foro Guatemala, luego a los defensores de este modelo clientelar y corrupto FUNDESA y ahora al Consejo Económico y Social coordinado por el servil de Gustavo Porras, bajo el mando del señor Arzú. En cada intento han pretendido esconder sus vínculos con el crimen organizado, el saqueo, el expolio, la violencia, la corrupción y la impunidad detrás de la pantalla de un diálogo entre élites. No han comprendido que no se les aceptó a ellos como quienes resolverán los problemas, no pueden diseñar algo distinto desde sus mismas posiciones. La respuesta generalizada de Guatemala es única, contundente y no moderada: con los corruptos, impunes y responsables del desastre de Estado actual no se conversa, no se dialoga.

El llamado desde los movimientos ciudadanos, comunitarios y populares es a la radicalización del ejercicio ciudadano. Para profundizar la democracia en Guatemala se hace imperativo derrocar el sistema actual de cosas, romper el falso orden establecido y construir poder popular. La demanda social consiste en derrumbar desde las bases la lógica de corrupción, engaño y violencia que nos ha empobrecido. Construir desde abajo una democracia que tenga por orden y lógica el respeto, la inclusión, la honestidad, el servicio público, la equidad y el reconocimiento de lo que todas y todos aportamos.

De 2015 a la fecha la lección ha sido una, este sistema no da para más y se requiere de su muerte para construir uno totalmente nuevo. A través de la organización, movilización y profundización de la democracia, convirtámonos en los sepultureros del viejo modelo del Estado guatemalteco y hagamos florecer la nueva sociedad.

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