Una cosa es que en el refranero popular se exprese que se dice el milagro pero no el santo y otra que un Presidente diga que hay que perseguir al delito pero no a las personas, sobre todo cuando él mismo se ha librado de las investigaciones por la perversa cobertura de la inmunidad que obliga a un antejuicio decidido por razones espurias, esas sí, para atajar las pesquisas sobre sus delitos, pero debemos entender que estamos desde hace tiempo atestiguando cómo los políticos hacen ostentación de su enorme ignorancia y que los que la tienen en términos enciclopédicos terminan hermanados en fraternal alianza.

El delito está constituido por una serie de características y detalles expresados en la Ley que, de ser perpetrados por una persona, se convierten en hecho punible pero de eso qué va a entender el pobre mandatario quien, salta a la vista, no se distingue precisamente por una sólida formación académica por más que haya sido de los graduados en programas universitarios muy llamativos por su peculiar diseño y contenido.

No se puede decir lo mismo del Vicepresidente quien ayer dijo que si le quitan la visa de Estados Unidos a los corruptos, se la tendrían que quitar a todos porque en Guatemala todos son corruptos. Eso supera lo dicho por Morales a Univisión de que la corrupción es común y únicamente lo podemos entender porque juzga el león por su condición puesto que la absurda tesis expuesta, además de ofensiva, constituye otra de las tantísimas ligerezas expresivas de la gente de este Gobierno.

Lindo sería, pensará el Presidente, que si uno comete un delito las autoridades se ocupen de perseguir el hecho sin meterse con los responsables. A lo mejor Jimmy Morales cree que puede crear una nueva doctrina penal en la que no es importante la sanción a los responsables, sino simplemente entretener a los investigadores averiguando dónde está el delito para luego engavetar las causas.

Lo que el Presidente tendría que promover, por decencia, es que se reforme la legislación para suprimir de una vez por todas el antejuicio a los funcionarios públicos para que los mismos puedan ser investigados por autoridad competente sin que ese escudo absurdo que hoy poseen sea impedimento para siquiera investigar.

Morales se quejó de que las investigaciones tardan mucho, pero no dijo que es por trucos y patrañas como las que le han beneficiado a él y que utilizan prácticamente todos los delincuentes, que la justicia resulta siendo más tardía de lo que corresponde porque se le ponen trabas a cada paso.

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