Desde siempre han existido los soplones y desde su origen mismo han sido despreciados por la forma en que traicionan la confianza de gente con la que ha compartido, pero la legislación guatemalteca introdujo no hace mucho tiempo la figura del colaborador eficaz que ha resultado una pieza muy útil para avanzar en investigaciones que permitan atacar grupos de criminales que trabajan organizadamente, y por sus aportes se han destapado muchos de los casos más sonados en la lucha contra la corrupción, lo que ha dado lugar a una especie de polémica respecto al uso de informaciones aportadas por soplones o “sapos”, como los llaman en el lenguaje del narcotráfico.

La libertad reciente de Salvador Estuardo González, alias Eco, luego de haber sido una de las piezas clave del entramado criminal de Roxana Baldetti ha generado nuevas discusiones y se dice que con tal de obtener el privilegio de la libertad cualquier soplón se va a descoser hablando hasta de más, es decir, a lo mejor inventando cuestiones para lograr resultados. Los implicados en casos de corrupción y quienes temen resultar siéndolo son los que más critican la figura del colaborador eficaz.

González fue el administrador financiero de los negocios mal habidos de Baldetti y hasta le dirigió el grupo Corporación de Noticias que, por cierto, no enfrentó la extinción de dominio, pero lo que hay que destacar es que no se trata únicamente del testimonio de un individuo lo que se sopesa, sino las pruebas que aporta para considerarlo colaborador eficaz. Cualquier soplón puede hablar y hablar, pero si no tiene respaldo de lo que está diciendo, los investigadores no lo tomarán en cuenta porque de nada valdrá un testimonio en un proceso judicial.

Si algo hemos avanzado en materia de investigación en Guatemala es porque ahora la declaración de testigo dejó de ser la prueba reina y se utilizan métodos científicos para avanzar en las pesquisas con prueba documental, escuchas telefónicas, investigaciones del movimiento del dinero, y un largo etcétera de prácticas novedosas que forman parte ahora del arsenal de los investigadores de la actividad criminal.

Es importante tomar en cuenta que la existencia de la extinción de dominio es fundamental porque los colaboradores eficaces, para serlo, tienen que explicitar los bienes adquiridos durante las operaciones de crimen organizado en las que participaron y, de esa cuenta, tendrán que perderlos como parte de las sanciones que les corresponden. El colaborador eficaz no es invento chapín, sino una figura utilizada desde hace muchísimo tiempo con éxito en muchos países del mundo.

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