Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

Hace dos años, cuando se destapó la asquerosa corrupción que carcome a Guatemala, ciudadanos sensatos advirtieron que en esas elecciones no procedía ir a elecciones porque sin cambiar el modelo y con las mismas reglas de juego el resultado sería el mismo. Dicho y hecho, pues encabezados por el poderoso sector tradicional se sostuvo la tesis de que tenía que cumplirse con la institucionalidad y acudir a las urnas para escoger a las autoridades “legítimas” que pudieran dirigir al país y mucha gente pensó que esa conducción sería para emprender la depuración, sin atender a las advertencias de que su voto legitimaría una institucionalidad de pacotilla que sirve únicamente para beneficio de los mismos de siempre.

Pues hoy ocurre lo mismo con el tema de las contrataciones del Estado, específicamente para el área de la infraestructura, pues quieren que se apresure la reactivación de la obra pública sin modificar la matriz en que se hacen las contrataciones. En otras palabras, va a ocurrir lo de siempre, con los mismos contratistas haciendo los mismos trinquetes gracias a que los mismos funcionarios y contralores mantendrán su colusión con ellos para realizar los mismos mamarrachos con las mismas si no mayores ganancias. Si seguimos haciendo siempre lo mismo, tendremos exactamente resultados idénticos a los que hasta ahora se han visto y eso significa mantener el ritmo de la corrupción.

Creo que hay toda una corriente formada por gente que aprendió a vivir en una escuela que no ve impropio que se hagan negocios como los que en Guatemala han marcado el rumbo de la corrupción. Durante años el tráfico de influencias y el soborno han sido lo “normal” en la gestión de negocios porque son generaciones enteras de empresarios las que han incurrido en tales prácticas que llegaron a ser parte de nuestra educación, como dijo Jimmy Morales en Univisión. Es por esa realidad que nuestra economía sufrió tanto con esto de la lucha contra la corrupción, porque sucede que no hay mucha gente que sepa hacer negocios sin caer en esas actitudes tan “normales” de obtener contratos mediante acuerdos bajo la mesa con las autoridades.

Alguien me decía que cuesta mucho creer que los pícaros puedan dormir tranquilos sabiendo el daño que le hacen al país, pero yo le decía que no tienen conciencia de eso porque simplemente están haciendo lo que todos hacen y han hecho. Repitiendo lo que vieron que hacían sus padres todos los días, antes de ir a comulgar los domingos (si no se habían convertido en protestantes) sin el menor motivo de arrepentimiento o duda.

Bien hubieran hecho los empresarios contratando expertos en transparencia para impulsar un nuevo modelo de contratación en el que no queden agujeros para la corrupción. En cambio, se inspiran en el modelito de los negocios de la generación eléctrica en el que resulta que los “controladores” por algo es que terminan trabajando para el sector, como ha ocurrido casi siempre en el campo energético en Guatemala. Mientras no se cambie la manera de hacer negocios con el Estado y la mentalidad del contratista, cae como anillo al dedo la frase de hace dos años para decir que en estas condiciones, asquean las contrataciones.

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