Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82

He platicado con la suficiente gente de distintos orígenes, posiciones sociales e ideológicas para saber que hay un entendimiento casi generalizado de que nuestros sistemas han colapsado y, por tanto, para viabilizar cualquier cambio que implique seguir teniendo oportunidades, pero sin dejar a tanta gente atrás se requiere de ajustes porque en las condiciones actuales es imposible lograr ese objetivo.

Pero también es una realidad que hay un tema, dentro de cierto sector de la población, que genera tremenda preocupación y es el hecho de que el brazo de la justicia los pueda alcanzar y generalmente todo tiene su origen en el financiamiento electoral y las ramificaciones que de él surjan (tráfico de influencias, contratos, concesiones, adjudicaciones, etc.) y eso termina generado en quienes están preocupados, la necesidad de tomar decisiones.

No hay muchas opciones, puesto que se puede apoyar el cambio con todo lo que pueda implicar y buscar cómo enfrentar la justicia (hay formas) o hacer los mejores esfuerzos por detener cualquier avance y así lograr retornar a tiempos previos a abril de 2015 en donde la justicia no miraba más arriba de cierto lugar en la pirámide y mucha gente, empujada por sus miedos, ha optado por esa opción.

Y esa corriente de pensamiento tiene ahora un nuevo líder y es el alcalde Álvaro Arzú quien desde el jueves pasado se ha convertido en objeto de un proceso penal pendiente del antejuicio (es decir, no lo han investigado como se debe porque no se puede aún), que dependerá de que la justicia funcione de manera correcta y el proceso de antejuicio pueda avanzar como Dios manda. Para eso nadie debe meter sus manos para incidir en los jueces, especialmente él.

El expresidente dice ser inocente, ser honrado, dadivoso con los necesitados que trabajan en sus campañas y que todo esto es culpa de la izquierda que desea tomar el poder evitando las urnas, pero se le mira alterado y preocupado y la pregunta es ¿por qué? ¿No, pues, que el que nada debe nada teme? Cuando fue su proceso de antejuicio por el caso de los morongazos, se dedicó a entrampar su proceso, pero ¿qué necesidad tiene alguien inocente de utilizar medidas dilatorias en lugar de enfrentar como un “líder” la justicia?

Y es que la Guatemala del futuro necesita cambios que ahora son detenidos por ese miedo, por ese sentimiento de los preocupados y por esa creencia que si no derrumban los avances que se han tenido en la lucha contra la corrupción y la impunidad, su futuro está comprometido. Por eso es que hay una férrea defensa al sistema como está, porque así se puede manipular las elecciones de magistrados que a la postre resultan siendo la esperanza ante el trabajo de los investigadores.

Pero no se están dando cuenta que de seguir así, se está poniendo en riesgo lo que hoy se siente como holgura económica y de oportunidades, porque de seguir en este rumbo el país va a reventar y quienes han sido marginados van a reclamar su espacio.

Necesitamos primero, abrir los espacios políticos para que más gente pueda participar sin tener que depender de los caciques y del financiamiento y solo así, podemos luego pensar en los demás cambios que necesitamos y que pasan por modificar el sistema de compras, adjudicaciones y concesiones, la Contraloría de Cuentas para tener una verdadera rendición de cuentas, el servicio civil para que el Estado deje de ser el botín con el que se pagan las campañas y necesitamos reformar la justicia, como mínimo.

Pero con dinosaurios y con discursos de que todo esto es culpa de la izquierda no vamos a ningún lado. Parte de la entereza, para todos, pasa por enfrentar las consecuencias de nuestros actos y eso es parte de lo que se debe hacer y así es como el Alcalde puede liderar la lucha en lugar de hacer lo que está haciendo.

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