Roberto Arias
Hay una palabra en inglés que me ha gustado siempre en su texto y en su contexto; se trata de la palabra -Naive-, la cual significa literalmente: ingenuo; inocente, relativo a la inocencia de alguien que no conoce la malicia. Esa palabra la aplico en mi pensamiento, a veces, a mi querido pueblo de Guatemala, cuando ponen una palabra y una idea en su mente y, dentro de su frustración interna como pueblo explotadísimo, estalla violentamente sin tener la mínima idea de la falacia… del monstruoso engaño que hay detrás de la palabra y de la idea.
En San Salvador, la Declaración del Foro de Sao Paulo, en su XXII encuentro, realizado del 23 al 26 de junio pasado, condenó la indisoluble intrusión estadounidense en Guatemala, ahora, por medio del creíble circo gringo de “lucha contra la corrupción”. No es nuevo que la izquierda política latinoamericana denuncie este complejo mal que entorpece los procesos genuinos de los pueblos.
Después de pavonearse de “selfies o autorretratos revolucionarios” desde el XXII encuentro del Foro de Sao Paulo, la izquierda política neoliberal guatemalteca a su regreso a Guatemala tuvo que explicar y/o justificar del por qué había signado dicha Declaración. Al grado de pedir perdón y decir que esa Hija (Declaración) no llevaba genes de los revolucionarios “chapines” bien portados, lo cual sí arrancó satíricas carcajadas.
Este circense comportamiento no es más que el reflejo de la sólida hegemonía cultural neoliberal reinante en Guatemala que ha borrado las fronteras ideológicas. Un país donde las avideces estadounidenses son tomadas como órdenes. Donde la Palabra y la Voluntad de Washington es dogma seguro. Y, ¡Ay del que se atreva a dudar de la buena voluntad gringa!; la censura, repudio y burla de intelectuales, analistas, de izquierda y de derecha guatemalteca son implacables.
Hubo extranjeros, incluso gringos, que relataron con pormenores documentados, la cínica intrusión estadounidense que derrumbó, en 1954, la década del proyecto liberal de Revolución Nacional, pero la condición de la colonialidad del saber y del poder es tal que los chapines padecen una “voluntaria” amnesia selectiva.
Está comprobado que la sangrienta y genocida guerra interna (1960-1996) la diseñaron en la Escuela de las Américas bajo la Doctrina de Seguridad/Comando Sur. De igual forma, “la capitulación” con la firma de los Acuerdos de Paz (1996) fue para implementar de manera “democrática” el violento y corruptor sistema neoliberal vigente, con Álvaro Arzú al frente, bajo la Doctrina del Consenso de Washington. Pero, ¡Ay de aquél que se atreva a disentir con dicha “religión del libre mercado”!, es un hereje degradado en la academia, en el mercado de las ONG e incluso en el mercado del cristianismo.
De esta manera, el corruptor sistema imperial estadounidense se instaló en el imaginario de la guatemalidad como una deidad irrefutable. Las víctimas del nefasto intervencionismo, terminaron amando y deseando con anhelo, al verdugo que tanto daño nos hizo, y hace.
*Adaptado de un artículo de Google.







