Rolando Alfaro Arellano

En artículos pasados, hemos señalado la gravedad de muchas personas, al no cuidar a la naturaleza que les rodea, y es que precisamente, no se trata solo de castigar, sino de orientar a las personas que desconocen el daño ambiental, porque por una parte, no han cursado estudios o por ignorancia al querer usar el entorno como si se tratara de un desagüe que eliminará automáticamente los desperdicios que aquellos provocan.

De lo anterior, mis estimados lectores podrán estimar que, el país de la Eterna Primavera, poco a poco ha ido perdiendo la fama de ser la Suiza de América, ya que en su mayor parte se continúa contaminando y deteriorando a ciencia y paciencia de las personas.

En ese sentido, debemos ser enfáticos en señalar que tratándose de proteger los ecosistemas y el entorno humano, las diversas entidades que protegen la propia naturaleza, no se dan abasto para cumplir su misión, pues la mala educación y la falta de ética de algunos sectores, no les permiten cumplir la misión de conservar a la otrora tacita de plata.

Sin embargo, existen grupos de personas que confundiendo el progreso de nuestro país, se dan a la tarea de contaminarlo con humo negro, ruidos ensordecedores, incendios forestales, basureros clandestinos, deteriorando las aguas y deforestación de bosques.

Lo últimamente citado no tendría que estarse señalando, si la población cuidara apropiadamente los recursos naturales, pues lo que en tales casos procedería sería el velar por la conservación de la naturaleza en general.

Pero, la realidad del agotamiento del entorno humano nacional, rebasa cualquier imaginación, al extremo de que en los últimos meses se ha podido observar una frialdad e indiferencia de algunos habitantes al querer minimizar lo que tanto hemos escrito en esta columna de LA HORA, sobre la carencia absoluta de educación ambiental.

Pero, la tragedia anunciada, no se observa sólo en lo descrito, sino en la ingratitud de malos guatemaltecos, al querer minimizar la gravedad del agotamiento de nuestros recursos naturales por factores de otra índole, como la mala instrucción cívica de algunos que desean ocupar puestos públicos sin tan siquiera poseer la educación cívica suficiente para comprender la necesidad de mejorar la vida ciudadana, ya que no se trata de ganar loterías, sino de servirle a nuestra Nación. Y, para tal menester, es necesario poseer una formación ética y educación cívica no improvisada, sólidamente aprendida moral e intelectualmente, tanto en los estudios como en los hogares.

En consecuencia, vale la pena refrescar memorias y con el debido tiempo aprender la lección que la República de Guatemala, necesita ciudadanos que le sirvan para progresar y no para mantener a sus ciudadanos en constantes crisis económicas y sociales, especialmente recordar que, en verdad, se deben buscar a los mejores ciudadanos que no necesitan propagandas extras, sino que con el tesonero trabajo que vienen desarrollando, es más que suficiente como para que los guatemaltecos sepamos escoger lo que más convenga para la reestructuración de una nueva Nación.-

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