El deteriorado sistema político del país hace enormes esfuerzos por recomponerse y salvarse ante la abrumadora evidencia de la corrupción que constituye la razón esencial de ese modelo de gestión pública que acumula beneficios y ventajas para los financistas y sus socios en los partidos. Su tabla de salvación termina siendo el diálogo que promueven los cooptadores que escogen cuidadosamente a quienes, según ellos, tienen que ser los interlocutores y los encuentran en entidades que a lo largo de muchas décadas han sido baluartes para preservar los privilegios derivados de la corrupción, incluyendo a gente que fue la encargada de trasladar millonadas de confidenciales a Serrano, el último presidente que usó esas partidas hasta que las mismas fueron trasladadas a los gastos secretos del Ministerio de la Defensa, ya en tiempos de Ramiro de León.

Por fortuna la maniobra resultó tan burda que se ha destartalado el escenario ante la retirada, por dignidad, de varias instituciones de las que conformaron el colectivo escogido por los eternos financistas para que fuera su instrumento de salvación y ello no sólo plantea un esquema distinto, sino que además viene a ser una fuerte y clara denuncia contra los promotores de una negociación que pretende repetir lo tantas veces ocurrido en la historia patria, cuando los grupos de poder han hecho micos y pericos para preservar sus privilegios. Desde la misma independencia, cuando se adelantaron para evitar que el pueblo la declarara por propia iniciativa y así reservarse para sí las riquezas y oportunidades, hasta la instancia nacional de consenso que tras el Serranazo se activó diligentemente para quitar a Serrano del escenario, pero asegurando que nada, absolutamente nada, cambiara en el país y menos aún para beneficio del pueblo que no cuenta en los planes de quienes se consideran los dueños del país.

Es imposible un diálogo con los responsables de la prostitución del modelo político, sobre todo a sabiendas de que ellos no tienen otra intención que la de mantener un sistema que les permite sobornar a la clase política desde la misma campaña electoral para asegurar que todos los negocios públicos irán al bolsillo de los que patrocinan a los partidos. Y encomendar la dinámica del diálogo a quienes han sido los eternos operadores del corrupto modelo es un insulto a la inteligencia de la población.

Lo que el país necesita con urgencia es romper ese sistema podrido y no oxigenarlo como pretenden los promotores de un diálogo diseñado para acabar con la crisis sin que acaben los vicios que la provocaron y la mantienen.

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