Eduardo Blandón
Entre tantos problemas con los que se encuentra Guatemala, debe agregarse la inoperancia de gobierno debido a la crisis que atraviesa el presidente Jimmy Morales. Es fácil entender que mientras el gobierno esté empantanado, la lucha que podría librar para llevar adelante políticas de desarrollo las usa para defenderse y sobrevivir con mínima estabilidad.
Esto nos condena por enésima vez y hace que se posterguen las decisiones que nos conducirían por las sendas del crecimiento económico y desarrollo humano. Quiero decir que no es bueno el estancamiento del gobierno. Afirmo que los efectos los pagaremos, aunque hoy mismo quizá apenas lo sintamos.
Se notará, por ejemplo, en el deterioro de los hospitales y centros educativos, en la falta de oportunidades a causa del desempleo más acentuado, en la crisis económica que hace que el dinero cueste menos… en casi todo. Será más evidente en el crecimiento de la pobreza y la reducción sistemática de la clase media.
Como siempre, los grandotes, el sector económico pudiente lo sentirá menos. Tienen más cintura para sobrellevar la crisis. Lo mismo sucede con los políticos que amparados en la impunidad hacen crecer su fortuna. Ellos tienen más recursos para aguantar la crisis. En última instancia reducirán sus vacaciones y quizá regularán sus gastos en comidas, bebidas y vestidos costosos.
Jimmy Morales usará su cerebro para enfocarse en los grandes temas que le preocupan: librar a su hermano y su hijo de la cárcel, terminar su período de gobierno y, posteriormente, considerar opciones futuras para evitar el calabozo. De eso no pasará. A mediano plazo, requerirá fórmulas para sustituir a sus ministros y considerar seriamente algunas acciones macabras.
Entre esas acciones nefastas, están sin duda, la expulsión del jefe de la CICIG, Iván Velásquez y el relevo pronto e inmediato de la Fiscal General, Thelma Aldana. Por ahora es el “capo dei capi” o, por lo menos, el tonto útil de los cerebros del mal que lo inducen a decisiones que apuestan por la impunidad y el mantenimiento del sistema corrupto en Guatemala.
Si lo considera, como iniciamos la nota, el país vive en alas de cucaracha. Primero por la omisión de las grandes decisiones que debe tomar el presidente para orientar el país por la senda del desarrollo. Luego, porque la actividad frenética del gobernante se enfoca en perjudicar a la larga el país. ¿O acaso no gesta la pervivencia de la estructura corrupta en Guatemala? Dígame usted si no estamos fregados.