Carlos Soto Pineda

Una persona debe actuar como piensa, ceñida a la moral, a la ética, disciplinada, consecuente su palabra o su silencio con su pensamiento y su accionar; su raciocinio no debe discurrir entre el arribismo y el “camaleonismo” dizque de izquierda -mal entendido y utilizado como pragmatismo social o académico-.

Hablar de «justicia contra la corrupción» en una sociedad dividida -utilizando palabras de esos «analistas»- «sectaria», afásica, parética, abúlica que solo se «moviliza» si es «acarreada», «convocada» por la » mágica flauta de Hamelin» de las redes sociales, o por resonancia de los acordes mediáticos dictados por la batuta fáctica, no es más que una estrategia para crear «bandos», sembrar el miedo de que » los que no están conmigo están contra mí»..» los que no piensan como yo, entonces apoyan la corrupción»…

Elucubrar sobre «Justicia Transicional» y cambiar el «libreto» acordé a esta etapa coyuntural que según la «oportunidad» conviene decir que «divide a la sociedad y la confronta», y ahora -menos de un año después- decir que «contribuiría a desatorar la crisis y abrir un horizonte de acuerdos más profundos»… confirma que vaya (sic) que ésta «lucha contra la corrupción y la impunidad» «abrió una ventana de oportunidad única», que ahora los «arribistas» de siempre los que no han logrado el poder total -legitimo- en las urnas solo cuotas pactadas con la «derecha genocida» o la disfrazada de » izquierda» -la tierna, jugosa y crujiente»- no se pueden dar el lujo de desaprovechar y por eso buscan desesperadamente un gobierno, también de transición.

En un país donde se sigue aplicando la máxima del Licenciado Manuel Estrada Cabrera «para mis amigos la justicia… para mis enemigos la ley”, no puede haber certeza de que el ejercicio, la ejecución de la ley y de la justicia sean imparciales ecuánimes, que no sea «selectiva” como algunos casos lo evidencian en la actualidad.

Justicia es Justicia no es un término para ajustarlo a una coyuntura o para «operacionalizarlo» (sic) a una noción (sic) plegada a intereses mezquinos, pecuniarios o de «sobrevivencia» mercantilista, laboral, o de búsqueda de preeminencia social, «académica» o electorera.

Me gustaría serle claro, para que no piense mal de mí, señor Guacamolón. Mi interés por su hija la Guayaba es puramente coyuntural… transicional,… «responsivo»… Y debido a la diversidad ya ni siquiera reproductivo…

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