Edgar Villanueva

Así les gusta a los diputados, tenernos como estas semanas, en una nebulosa de rabia, desencanto y desilusión, solo así logran cooptar el sistema para su beneficio. A pesar de esto, a los artífices de esta manipulada crisis les salió el tiro por la culata y lograron lo que pocos han logrado, unir al pueblo. Ese pueblo fue a la Plaza y hoy pide las renuncias de los mal llamados Padres de la Patria (así dan ganas de ser huérfano).

Sin embargo, yo me pregunto, además de a la Plaza ¿a dónde vamos como democracia? ¿Tenemos alguna idea de dónde están los problemas del sistema que nos tiene de rodillas? Porque hay algo que tenemos que aceptar, fuimos nosotros los que votamos por los diputados. Así es. Cada uno de nosotros tiene un pedazo de responsabilidad por lo ocurrido anteayer y lo que nos genera frustración es que sentimos que no tuvimos opción, y esto tiene algún grado de verdad.

Yo considero que, para evitar la misma situación, empecemos por reformar la Ley Electoral y de Partidos Políticos en al menos tres puntos fundamentales.

Primero, se necesita transparentar el financiamiento electoral. Hay quienes proponen que el financiamiento sea exclusivamente del Estado y otros que se inclinan por un sistema mixto, pero con controles estrictos a los que se somete a cada partido y candidato durante la época de elecciones. Yo me inclino por el mixto, pero con los mecanismos de transparencia y monitoreos que permitan a la sociedad fiscalizar a los partidos.

Después, se debe de ampliar la base representativa de los candidatos y abrir la posibilidad de candidaturas a través de comités cívicos u otros vehículos que permitan que más gente pueda participar sin estar sometida al régimen de dedocracias partidarias donde yo armo mi partido y escojo a mis diputados para después beneficiar a mis financistas. Como parte de esta democratización electoral, eliminaría el nefasto listado nacional de diputados y el sistema de prioridad por casillas. En El Salvador, usted puede votar por el candidato a diputado que desee, nadie le impone quien entra primero y quien de último, nadie le puede poner a los corruptos de 1, 2 y 3.

Y tercero, el Tribunal Supremo Electoral tiene que ser una entidad con uñas y dientes. A pesar que se ha fortalecido, todavía da muestras de estar plegada a intereses políticos y partidarios. La independencia, integridad y transparencia del Tribunal es fundamental, tanto para los procesos electorales, como para el fortalecimiento de la conciencia electoral y democrática de los guatemaltecos.

La Plaza aguanta con todo, hasta con depuración, la cual a la luz de lo que han mostrado los diputados últimamente, parece ser la única forma de asegurar alguna posibilidad de cambio. Yo sugiero que mezclemos Plaza con reforma, y empecemos por reformar la Ley Electoral de manera que nos permita terminar con este círculo vicioso de elegir siempre a los mismos corruptos. No podemos esperar mejores diputados con el sistema actual, pues como dijo Einstein: “locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes.”

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