Estuardo Gamalero

“Libertad y anarquía son cosas muy diferentes” Juan Montalvo.

Escribir y opinar en momentos de tanta turbulencia, sin lugar a dudas despierta pasiones y enciende enemistades entre los fanáticos que no comparten el mismo punto de vista. El problema es de doble vía y empieza cuando nos arrogamos el derecho de la verdad y nos negamos a empatizar, lo que implica escuchar y entender la opinión, necesidades y la queja del vecino.

Ciertamente, hay “vecinos” que su punto de vista y su agenda no se definen por principios, sino por intereses, ya sea revolucionarios de provocar caos, de crimen organizado por logística, o mezquinos en el sentido de no perder la cuota de poder que ostentan. La guerra de ideologías no es cosa nueva y aunque algunos no lo crean, efectivamente hay personas que discuten, resisten e imponen cualquier cambio, en función de “cómo quedará su enemigo” en vez de ver el panorama general y cuál sería el escenario nacional.

No me cabe la menor duda, que existe un entendible descontento de la mayoría de los sectores nacionales, respecto de las aberrantes actitudes de muchos políticos: pactos de impunidad, abuso de autoridad, manipulación de la Constitución y las leyes, generación de noticias falsas, provocación de las masas y por supuesto, traiciones tipo telenovela entre las mismas élites políticas.

Y antes de avanzar, en este punto es válido preguntarnos: ¿y si renuncian los diputados, qué viene después?, ¿Quiénes les sustituyen? ¿Y si renuncia el Presidente y remueven al Vicepresidente, quién gobierna?

El menú para escoger molestias es muy amplio y lo que algunos detestan, otros lo justifican. En lo personal, me sumo a los indignados de este país que ya no soportan el pecado y el descaro de todos aquellos que abusan del poder ya sea desde una curul, una judicatura, un escritorio, una pluma o el andamio desde el cual gritan.

Sin embargo, intento que la molestia y los sesgos que pueda tener no nublen mi juicio y en ese sentido prefiero generar propuestas y soluciones, que simplemente ser parte del problema.

Las crisis debidamente aprovechadas permiten corregir problemas. Para los inteligentes es una oportunidad de mejorar, corregir y obligar a que los demás volteen a ver; y para quienes se están portando mal o excediendo en sus funciones, que sientan el poder de la fiscalización social e incluso el peso de la ley.

Pero las crisis que se manejan mal, con arrogancia y enojo, desembocan en grandes problemas. En tiempos de turbulencia, hay que tener cuidado con los pasos que uno da y la dirección que se toma. Y si bien mantenerse inerte es una mala decisión, lanzarse al precipicio es peor. ¡Cautela ante todo!

En medio de un ambiente tenso, provocado por el combate en contra de la corrupción: efectivo en varios aspectos y cuestionado en otros. Se desató el ya conocido episodio de “pueblo chico infierno grande”. Te declaro Non Grato: Te persigo por financiamiento electoral ilícito. A esto le añadimos el desmadre poco creíble pero real, en el Congreso de la República conocido como “episodio 107”, en donde varios no entienden lo que hicieron, otros se hacen los que no entienden, varios ni siquiera pueden expresarlo, otros están indignados de la hipocresía. Pero si algo es cierto, es que ya sea por karma o por presión social, los reflectores y la atención en contra del presidente, se la ganaron ellos.

Después vienen los vergonzosos eventos del día de la independencia: los insultos, la retención de personas, los daños a la propiedad pública, la actuación y protagonismo de los medios y varios líderes de opinión que decían: “todo está normal, no sean exagerados” hasta: “los van a linchar cuando salgan”.

Y entonces “PUM” algunos coordinaron “espontáneamente” un paro que desembocó en la marcha de hoy. La cual tiene por objeto expresar un descontento, pedir la renuncia de los diputados y eventualmente, la del Presidente y por consiguiente el Vicepresidente también.

Cada quien, por convicción tiene el derecho de decidir si participa o no en una manifestación o si decide cerrar su negocio y fuente de trabajo diario. Total, tanto la libertad de industria y comercio, como el derecho de reunión y manifestación, son garantías constitucionales, que deben ejercerse sin vulnerar los derechos de las demás personas, es decir, sin violencia, bloqueos, explotaciones, destrucciones, invasiones y retenciones, así que esperamos todo trascienda en paz, sea un ejemplo de civismo y NO el detonante de un Golpe de Estado.

Lo más importante de las lecciones aprendidas y los eventos de este día, es que dejemos de enfocarnos en lo malo y en cometer los mismos errores. Mientras en este país insistamos en cooptar el poder por medios ilegales y continuemos politizando la justicia y judicializando la política, definitivamente estaremos condenados al fracaso, y los buenos no nos lo merecemos.

Artículo anteriorUn día histórico
Artículo siguienteEl derrumbe de un régimen y las perspectivas de cambio