Nuestro sistema de elección de representantes no es efectivo, porque los diputados se convierten en representantes de los partidos políticos o de sus propios intereses, sin que la población pueda sentir que se trabaja en su beneficio ni para atender sus necesidades debido a esa perversa estructura partidaria que convirtió la democracia en pura pistocracia. Sin embargo, la participación ciudadana en las elecciones termina de alguna manera legitimándolos, sin que el pueblo entienda que está otorgando un cheque en blanco y no un mandato, como corresponde al ejercicio democrático.

Pero lo ocurrido la semana anterior, cuando le dieron una puñalada por la espalda a la lucha contra la corrupción y la impunidad en el país, es un acto que no puede pasarse por alto porque no basta ni siquiera el reculón que dieron ante la presión popular. Eso vino a terminar de deslegitimar por completo al Congreso de la República, al extremo de que se propaga el sentimiento de que los diputados tienen que renunciar, que deben irse para dejar lugar a otros que no estén tan manchados y que, aunque tienen el mismo origen, sabrán que pueden tener el mismo fin si persisten en cometer desmanes.

Necesitamos que se vuelva a conocer el antejuicio al Presidente, que se modifique el sistema de elección de nuestras autoridades para garantizar representatividad y eso no lo puede hacer esta legislatura porque se deslegitimó burdamente. Y no podemos ir a otras elecciones en las mismas condiciones, por lo que es urgente que se produzca la depuración para salir de la bazofia y darle espacio a otros que sabrán claramente el precio de la traición al pueblo de Guatemala porque es ahora, cuando empieza a tomar forma el movimiento prorenuncia de los diputados y para señalar a los autores intelectuales y materiales del esperpento del pacto de la impunidad, que junto al proyecto de presupuesto del que forma parte, se fraguó en el Ministerio de Finanzas Públicas bajo las instrucciones del Presidente y del grupo que le rodea.

Los ciudadanos tenemos que exigir claramente y sin titubeos la depuración de nuestra clase política y la misma empieza por donde más enlodada está, es decir, por el Congreso. Pero ya sabemos que el Ejecutivo ha sido parte de este plan y ahora se pone a prueba al poder judicial que de hoy en ocho tendrá que elegir a su Presidente, quien presidirá también la Comisión de Postulación para el próximo Fiscal General, lo que hace esa elección fundamental porque sabemos que el grupo de Stalling moverá todas sus piezas.

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