Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82

Ahora tengan el valor de lidiar con los monstruos que empoderaron pues esto es como cuando alguien se pone a hacer negocios con narcotraficantes o sicarios, y luego les pide que “tengan palabra y decencia” en las negociaciones que se hagan.

Hace unos días era, para mucha gente, el decir “mi presidente aquí”, “mis diputados”, “den la cara por su patria”, “la soberanía”, “la independencia”, “la institucionalidad” y otra sarta de babosadas, y sin darse cuenta, “las mentes más brillantes de este país” que terminaron aparejadas a una bola de ladrones que se recetaron con la cuchara grande. Quien procura impunidad, siempre paga la factura y eso es lo que pasó ahora cuando por salvar a Morales nos tiraron al infierno.

Ante un acto tan infame, solo queda “alma, corazón y huevos” para derrumbar de una vez por todas este sistema, porque lo de ayer solo fue la primera probadita de lo que viene (una retopada de las mafias de los once mil diablos), y es momento que en este punto de inflexión de nuestro país, los pícaros sientan en la nuca la presión y que por primera vez en la historia sepan que sus actos tendrán repercusiones.

Tienen que tener “los aquellos” del tamaño de la Catedral quienes ahora se dicen sorprendidos por lo que hizo el Congreso. Esto es parte de un plan integral, bien estructurado que encontró en un puñado de sinvergüenzas apoyo cuando decidieron aliarse a Morales porque tenían el mismo incentivo: que la justicia no los alcance para seguir gozando de los frutos de la corrupción en paz.

Nos vendieron la paja de que íbamos a ser Venezuela por querer desarticular las mafias en el sector justicia y lo que lograron es que ahora seamos peor que Venezuela porque lo de ayer, como bien dijo mi padre, ni los peores asesinos ni los políticos más corruptos de la historia habían hecho una cosa semejante.

Hay pedidos de paro nacional y empiezan a resonar los gritos de depuración, pero hay que ser bien claro que solo con parar y depurar no resolvemos el fondo del problema. En otras palabras, no hagamos lo que hicieron algunos que nos quisieron hacer pensar que la salida de Iván Velásquez era la solución a los problemas.

Es momento de derrumbar el sistema y con ello, el sistema de justicia, de compras, de rendición de cuentas y especialmente el de partidos políticos, para poder crear nuevos que nos eviten pasar de las brasas a las llamas.

Tenemos que llevar discusiones paralelas en torno a cómo lidiar con estos pícaros, pero también a cómo reconstruiremos un país cuyo mejor resumen es que tiene 60% de su población en condiciones de pobreza y cuyo principal producto de exportación es la gente.

Si usted creyó que el 2015 había sido la gran oportunidad perdida, déjeme decirle que si de esta infamia no salimos más fortalecidos como país, si no salimos como mejores ciudadanos, lloraremos por generaciones esta oportunidad perdida porque habremos de heredarles a nuestros hijos un país más que podrido con una sociedad que tolera la desfachatez, la corrupción y el cinismo.

Pero si usted cree que Morales va a vetar las leyes, sepa que antes renuncia y busca asilo en una embajada que retroceder en lo que tanto le costó. Y si cree que el pueblo triunfa si los diputados dan marcha atrás está equivocado porque “la que es vuelve” y de ese Congreso ni hoy ni nunca podemos esperar nada y mucho menos podemos confiarles la institucionalidad y la democracia.

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