Francisco Cáceres Barrios
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Salvo los familiares y amigos de los diputados la población guatemalteca los tiene en el peor de los conceptos y estos no devienen de una falsa impresión, sino su mal proceder lo hemos venido comprobando día tras día a través del tiempo. Lamentablemente dentro de las imperfecciones legales de nuestro sistema todavía se mantiene la disposición para que el Congreso sea quien por mayoría calificada diga si retira o no la inmunidad del primer mandatario y así pueda ser investigado y enjuiciado por cargos de financiamiento electoral ilícito, a pesar que todos sabemos que el ciudadano Jimmy Morales, antes y durante el tiempo que ha sido presidente incumplió el deber de informar al Tribunal Supremo Electoral la proveniencia de varios millones de quetzales de su campaña electoral para ocupar dicho cargo; como tampoco reportó el ingreso de más de dos millones de quetzales en gastos ordinarios del partido político cuando desempeñaba la secretaría general.

De esa cuenta, este es el momento preciso para que los diputados honestos pudieran reivindicarse, aunque de sobra es sabido por todos que adentro y afuera de las paredes del Organismo Legislativo muchos de sus integrantes han estado frotándose sus manos ante la perspectiva de la clase de negocio que se les venía encima. Y le llamo negocio, porque bien sabemos que lo que ellos persiguen no es salvaguardar el bien común, ni los intereses de la nación, sino la ganancia o beneficio conseguido a través de una actividad comercial o de otro tipo, incluyéndose dentro de este último rubro la sucia y decepcionante política partidista.

Con esta clase de diputados podríamos ver sobre el tapete las condiciones de la asignación de recursos para satisfacer sus intereses; el incremento de los sueldos base, acompañado si fuera posible de la eliminación del requisito de asistencia para devengar las respectivas dietas; la negociación de las partidas presupuestarias para 2018 y 2019; lograr a base de incentivos extras la promulgación de leyes consideradas de importancia vital para el progreso y desarrollo del país; la conformación de comisiones de trabajo, como de las próximas juntas directivas; contar con más secretarias, ayudantes, ujieres y guardaespaldas, mejores y más lugares de estacionamiento para sus vehículos atendiendo su alta investidura y si fuera posible, hasta la concesión de lugares especialmente acondicionados para las visitas nocturnas de sus simpatizantes.

Ante esto los ciudadanos nos quedamos preguntando: ¿Cuántos van a quedar atrapados por su falta de valentía para lograr un país sin la corrupción e impunidad que a todos consta ha sido una de las principales causas de nuestro retraso? Douglas MacArthur dijo: “El mundo está en una constante conspiración contra el valiente”.

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