Emilio Matta Saravia
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En estos tiempos donde nuestro país se encuentra tan dividido por los atavismos heredados de la Guerra Fría, es una pregunta muy relevante y más que estratégica para el país. ¿Qué tipo de inversionistas son los que queremos aquí en Guatemala?

En primer lugar, definamos los tipos de inversionistas que existen, ya que los hay de muchas clases. Existen los inversionistas serios, que invierten en un país después de haberlo investigado a fondo, consultando fuentes confiables, tanto públicas como privadas, así como asesores a lo interno y externo de su organización. El mejor ejemplo de ello es Intel y la inversión que hicieron en Costa Rica hace dos décadas. Es un tipo de inversionista que eleva la calidad de vida del país en general y de las comunidades donde se instala. Existen los capitales especulativos, mal llamados “capitales golondrinas”. Este tipo de capitales no viene a nuestro país, ya que nuestros mercados financieros no ofrecen los instrumentos en los que ellos invierten. Principalmente se dedican a negociar divisas, commodities y sus respectivos derivados financieros. Por cierto que estos capitales no son malos, simplemente buscan oportunidades para comprar un bien a un precio que luego lo van a vender más caro (a veces el mercado se mueve al contrario y pierden dinero). Como no son relevantes para nosotros, simplemente los descartamos. Hay un tercer tipo de inversionista, el que es corrupto y tramposo, y busca oportunidades en países con instituciones débiles y funcionarios corruptos para hacer ganancias fáciles, en negocios muy lucrativos, donde los costos más elevados son las fuertes coimas que se pagan. Ejemplos de este tipo de inversionistas abundan: Odebrecht, Terminal de Contenedores de Barcelona, el Canal Seco de Guatemala.

Vuelvo a preguntar, ¿qué inversión extranjera es la que queremos en Guatemala? ¿Queremos a un Intel, o a un Pérez Maura invirtiendo en nuestro país? La respuesta es obvia. Si queremos tener inversionistas serios, como Intel, debemos tener instituciones fuertes, reglas claras y cero tolerancia a la corrupción. O por qué cree usted, estimado lector, que Intel se instaló en Costa Rica, siendo Guatemala un país que ofrecía mejores condiciones, por lo menos desde un punto de vista macroeconómico. Por cierto que la inversión inició como una planta de ensamblaje y ahora es un centro de investigación y desarrollo y de servicios globales. Costa Rica tiene una mayor carga fiscal y laboral que nuestro país (aproximadamente un 25% mayor). Sin embargo en indicadores clave para ellos (Intel), como estabilidad política, transparencia, nivel de corrupción, instituciones fuertes, salían mucho mejor parados que nosotros. Otros aspectos que miden, muy relevantes para ellos, es la Mano de Obra Calificada como porcentaje de la Población Económicamente Activa o el gasto en Investigación y Desarrollo como porcentaje del PIB. En ambos casos Costa Rica también sale mucho mejor, dado el alto nivel de educación que tiene dicho país, producto de años de tener una inversión social muy importante, mucho mayor que la nuestra, en esta área.

Entonces, al final del día, creo que es claro que nuestro compromiso con el combate a la corrupción, lejos de ahuyentar inversionistas, es vital para atraer el tipo de inversión extranjera que Guatemala necesita como nación para lograr prosperidad económica y social para la mayoría de nuestros habitantes.

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