PARA: El Presidente de la República de Guatemala, señor Jimmy Ernesto Morales Cabrera. DE: El Ciudadano HÉCTOR FRANCISCO HERNÁNDEZ BRAN.
FECHA: Guatemala, 28 de agosto de 2017

Soy un avejentado habitante del país de 84 años de edad, casado, guatemalteco, Contador Público y Auditor (185), y, Abogado y Notario (2615), que, haciendo uso del derecho de petición elemental y consagrado en nuestra ley fundamental, que, con el respeto hacia su alto cargo me obliga, le dirige esta epístola, que trata de plasmar un recordatorio histórico reciente, y un análisis sano y objetivo, de los acontecimientos nacionales que hoy, aquejan a nuestra sufrida patria y que dejan entrever, obligada tormenta. Y, vamos:

Todo el pueblo de Guatemala conoce ampliamente, que usted incursionó en la campaña electoral, en unión de otro personaje, como binomio aspirante a la presidencia y vicepresidencia de nuestro país en el 2015. La ciudadanía en esta ocasión como en las anteriores, se enfrentó a lo pobre y paupérrimo de las cartas de presentación de los aspirantes, y, según yo y algunos medios de difusión, solo se salvaban de tales calificativos negativos, dos binomios que, enfrentados a la desequilibrada erogación de recursos económicos de los demás aspirantes, sencillamente rindieron culto a su razón y sanidad, y, ambas parejas ocuparon último y penúltimos lugares en la contienda, pero, estos personajes, han sido y hoy son, gente honrada, de trabajo y emprendedores, hombres de trabajo y de éxito en su entorno familiar y ante la sociedad. Las falsas promesas, la demagogia y los espejitos, proliferaron, y también, las frases o mensajes bonitos que encandilan. Y, así surgió de usted y del otro, el gusano que mordió el pez: “NI CORRUPTOS NI LADRONES”. Lógico, el mensaje caló, fuese cierto o mentira y atendiendo o en honor al razonable sentido del sano pensamiento de, emitir opinión en función de los acontecimientos, y no antes, NO PREJUZGAR. ¡Claro que pegó el slogan! Frescos estaban los acontecimientos político-nacionales de la confirmación del secreto soto voce o murmullos del pueblo que sospechaban que en la administración pública se venían apropiando de los recursos económicos del pueblo, y tal cuantioso y escandaloso hallazgo (se habla de miles de millones de quetzales) fue producto del trabajo profesional de dos ciudadanos, uno de nacionalidad colombiana, y, el otro, honorable dama guatemalteca. Ambos, CONTADORES PÚBLICOS Y AUDITORES “por natura”, y, de profesión colegiada Doctores en Ciencias Jurídicas y Sociales; sus nombres, con letras de oro, IVÁN VELÁSQUEZ y THELMA ALDANA HERNÁNDEZ, y también los dos, que han acumulado con su dorada trayectoria, un capital de millones, pero no de quetzales y centavos, sino, primero, de honorabilidad y honradez, capacidad profesional, integridad personal y razón ajustada a sus equilibrados cerebros, que, poniendo en riesgo sus vidas y la de sus familias, pusieron en la ejecución de su trabajo, ¡Alma, corazón y …huevos), parafraseando al difunto e ilustre ciudadano CLEMENTE MARROQUÍN ROJAS. Hoy día, la población honrada de Guatemala, que optimistamente, considero sigue siendo la mayoría, tiene a esos dos personajes en su corazón y los nombra a cada instante con respeto, admiración, cariño y agradecimiento, con la esperanza de que ese saqueo de los recursos del país se detenga y que en el futuro podamos gozar, ya no yo, sino las generaciones jóvenes, de un país gobernado por gente honrada, sana, con amplios laureles intelectuales y trayectoria de éxito, primero, en su empresa familiar, luego, en actividad productiva, como indicadores de capacidad para regir los destinos de un país que aspira a vivir en democracia bien entendida, además de gozar de paz colectiva para el desenvolvimiento proyectado de una vida feliz.

Se dio la señal de salida en el evento electoral, ¡Arrancó la carrera! Es aburrido y traumante observar en la televisión los enfrentamientos verbales o de oratoria de los candidatos, pero, lo vide a usted, y le confieso, que por usted no daba ningún precio por bajo que fuera, o sea, que desde el principio lo situaba en los últimos lugares. Observé en usted que, además de no tener ninguna trayectoria en la cosa pública, carecía de todo signo de preparación intelectual y por consiguiente, se manifestaba totalmente débil en la discusión con otros candidatos. No tenía pues, “molleja” para sostener un debate político. Pero, ¡oh sorpresa! ¡Ganó la primera vuelta! Vino la segunda y el pueblo, con una fotografía fantasmagórica enfrente, se volcó mayoritariamente y se inclinó sobre la razonable duda. Es decir, le otorgó ¡El beneficio de la duda! ¿Por qué lo favoreció el pueblo?, pues porque en la otra casilla estaba una figura totalmente deteriorada con amplios indicadores de inmoralidad, huérfana totalmente de honradez y entonces, no quedaba otro remedio, ¡Ganó el beneficio de la duda! Le confieso, yo no ejercí el derecho al voto, en la primera, y, tampoco en la segunda, sencillamente, porque me dio vergüenza. Pero sí abrigaba alguna esperanza en usted, porque, primero, NO ERA CORRUPTO NI LADRÓN, cierto que carecía de trofeos universitarios de liberalidad profesional, también, que usted contó alguna vez que vendía plátanos en el mercado de La Terminal. Pero, ¿Por qué no darle mi apoyo?, si hombres ciudadanos guatemaltecos que jamás ocuparon un escritorio en la administración pública fueron gobernantes de Guatemala: Uno, don Rafael Carrera, arriero de coches y su arma el corvo y le asignan los historiadores talento demostrado como gobernante, pero, totalmente analfabeta. ¡A saber! El otro, un campesino de Taxisco, municipio del departamento de Santa Rosa, que aprendió a leer en los libritos de Vela Irisarri, que sus padres lo inclinaron al estudio, trotó por la escuela de su pueblo, incursionó en la Escuela Normal, el Instituto Nacional de Varones y concluyó sus estudios en el Instituto Nacional para Varones de Oriente, INVO, en el departamento de Chiquimula. Atravesó fronteras patrias y ya, Pedagogo, se instruyó en la Universidad de Tucumán en la República Argentina y se hizo Doctor en Filosofía y Letras. Jamás estuvo en la administración pública, según dice, porque prefirió la vida honrada, y, yo creo, que todos los guatemaltecos lo recordarán por siglos, como el mejor presidente que ha tenido nuestra patria. Pero usted don JIMMY ERNESTO MORALES CABRERA, no agradeció la oportunidad que le dio el pueblo, nos decepcionó totalmente, siempre que habla, yerra y, así no. Hoy, a casi dos años de su gestión, el país se encuentra en pedazos, y no vale la pena practicar un inventario, porque usted lo conoce de sobra.

Y llega la tormenta: don Iván y doña Thelma, continúan con su patriótica labor, cuya meta es alcanzar la felicidad de los chapines, pero, sin corrupción.

Quiero contarle, que el trabajo del fiscalizador, del auditor público como son ellos, no tienen la ínfima culpa de lo que otros han hecho. Sencillamente, los sujetos o autores, ya se hicieron el daño, tiempo pasado, lo único es que dejaron huella, y, estos honorables señores, sólo siguieron la huella, o sea que agarrando la punta del lazo, la siguieron y encontraron a la vaca robada. Y así, cayeron, ¡Vaya escándalo! su hijo casi un niño, y su hermano. ¿Qué clase de padre de familia es usted señor Morales Cabrera? El padre de familia es el mentor de toda la prole y a los hijos no se les da consejos, no, se les enseña con el ejemplo de hombre virtuoso. Ante tan escandaloso acontecimiento, entre mi círculo familiar, aposté a que usted declinaría el elevado cargo de Gobernante de Guatemala, y les dije, es cierto que el señor Morales no tiene letras, carece de hoja de vida y todo lo que ustedes quieran achacarle, pero a mí: ¡Me parece que es un hombre! Decepción total. Usted viaja a New York, a pedir la remoción de aquel señor tantas veces mencionado y le dicen que no. Usted regresa y enfurecido, y ante el proceso penal instaurado en contra de sus parientes, ejerciendo las facultades que le otorga la Constitución Política de la República de Guatemala, de madrugada como si llevara bajo el brazo gallina robada y no lo vean, declara NON GRATO a don Iván. Pero, qué equivocación, porque si casi todo el pueblo de Guatemala le está agradecido por las resultas de su encomiable trabajo, usted no lo está, a propósito, le recomiendo que lea a Don Quijote de la mancha y encontrará un pasaje, donde don Miguel de Cervantes Saavedra, pone en boca de Don Quijote una conversación que este sostiene con Sancho Panza y esto le dijo: “Recuerda Sancho, hijo, que lo que más encoleriza a Dios, es la ingratitud”, le dejo la moraleja o el resultado del silogismo. Para terminar de acabar, los fiscalizadores le encuentran a usted una cola que dejó tirada en el camino y se le viene encima la petición ante el órgano jurisdiccional de ejercitar el antejuicio contra usted, lo que viene a complicarle más la vida, porque ahora ya serán tres los miembros de la familia involucrados. Es posible que el “honorable” Congreso de la República no permita el ejercicio de tal privilegio de que usted goza, pero, tal Congreso de la República, se la está corriendo en pelo.

¿Cuál es la salida? que renuncie al derecho de antejuicio y se ponga inmediatamente, ahí sí, a disposición de los tribunales de justicia, con lo que usted accionaría su calidad de hombre y ganaría muchas simpatías que ahora no tiene. No deje de pensarlo, pero ya, porque el tiempo vuela.

Siempre con elevado respeto,

Héctor Francisco Hernández

 

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