Estuardo Gamalero
“Las crisis son importantes para ordenar el desorden” -Walter Riso
Las personas, desde que empezaron a vivir en sociedad, han sentido la necesidad de identificarse en algún bando o ser parte de un equipo. He ahí el origen de “pertenencia” de las tribus, los Estados, los equipos deportivos y los pleitos entre sectores sociales y la lucha por el Poder. En su afán de pertenencia, las personas (entre muchas razones) se agrupan por cosas de ideología, costumbres, idioma, origen, gustos y un largo etcétera que condimenta esa forma de sentir empatía con los “míos” o los que piensan y sienten como yo.
Pero hay eventos, en los cuales, las personas se colocan en uno u otro bando, en función de la conveniencia y el oportunismo. En otras palabras, lejos de analizar el valor de las ideas y los efectos de los actos, se escudan en una supuesta lealtad, adoptando un bando sin cuestionarlo. Esas gentes creen incuestionablemente en la persona que perciben como líder, y usualmente terminan en el camino “del fin sí justifica los medios”, sin entender que el problema de Nación, trasciende el de las personas.
Las redes sociales y el amarillismo mediático facilitan calumnias y chismes que muchos leen, creen y comparten en cosa de minutos. Tristemente, la mayoría ni siquiera analiza los hechos o entiende el fondo del asunto.
Con esta introducción, aludo la trama de moda: “Jimmy vs Iván” y si utilizo sus nombres, no lo hago con el ánimo de faltarles el respeto, sino porque debemos entender el rol que ambos desempeñan en este país. En ese sentido, hay personas, que (de ambos lados) perciben como enemigo al que no sea de su bando. Algo así como los del Real vs el Barca, Rojos contra Cremas, policías y ladrones, perros vs gatos. Si bien cada individuo tiene libertad de criterio, idealmente las personas, antes de colocarnos la camisola de un equipo, deberíamos entender que lo que está en juego es Guatemala y el futuro de los guatemaltecos. Es el porvenir de nuestras instituciones, la credibilidad de los gobernantes, los límites del poder, la certeza de la ley, la estabilidad económica, la participación de buenos ciudadanos en los partidos políticos y el desarrollo de las áreas más necesitadas.
El problema de la “trama” que menciono en el párrafo anterior, es que, cuando las ideas (de ambos lados) intentan venderse desde la perspectiva de “qué es lo que voy a hacer” y “qué es lo que debería hacer el otro”, difícilmente solucionan algo, pues las personas en su ego y la idea preconcebida que tengan del problema, siempre creerán “que” la apreciación de los hechos es incorrecta. Cuando las ideas intentan imponerse desde la óptica de “cómo lo voy a hacer”, las personas también demuestran reticencia, pues consideran que su manera de hacer las cosas es mejor que la que desea imponer la contraparte. Pero cuando las ideas se explican desde el punto de vista de “porqué debemos hacer tal o cual cuestión” entonces el debate se vuelve más objetivo, pues entre personas que saben escuchar, las razones tienen fundamento y sus objetivos no se apartan de la ley ni pisotean principios.
Definir, analizar y resumir la crisis de Guatemala en una sola palabra, es algo así como pretender explicar lo que es el mar, únicamente utilizando la palabra sal. Por supuesto en un juego de trivia puede ayudar. Pero los problemas de Guatemala son bastante más complejos que decir: «corrupto» o «comunista». A veces pienso que son como ver las piezas de un rompecabezas revueltas tiradas en el piso. Y muchos de los que intentan (o dicen que intentan) armarlo, adoptan estrategias para agruparlas, sin importar que obtenga la forma adecuada, ya sea quemando las que no les gustan, cortándole partes a las que no les son útiles, o capturando y escondiendo las que sean importantes, para evitar que la cosa agarre la forma adecuada.
En la mezcla de paranoia, ignorancia y crisis política que prevalece en Guatemala, el pilar más importante que debemos tener presente para resolver los conflictos es el respeto de la Constitución y el cumplimiento de la ley. Las resoluciones que emanen de las Cortes deben fortalecer el Estado de derecho, no debilitarlo. La actitud de la comunidad y organismos internacionales, es ser consecuentes con el objetivo de fomentar estabilidad política y social, de manera que se genere progreso no divisionismo.
Ciertamente, es muy importante que el clima político se apacigüe y prevalezca el orden. No se valen amenazas de golpe de Estado (de ninguna de las partes) y mucho menos la intromisión entre los poderes del Estado. De la misma manera, que no se vale combatir la corrupción corrompiendo políticamente las instituciones, la ley y los procesos.
Guatemala necesita estabilidad, que se pueda traducir en un ambiente de confianza, lo cual fomente y resguarde inversiones. Lo anterior es lo único que producirá empleos y generará mayor prosperidad.