Francisco Cáceres Barrios
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Hay tantos “analistas políticos” en el país que no puedo precisar quién o cuántos de ellos repiten lo mismo y otros con aires de grandeza e ínfulas de sabelotodo se atreven asegurar que esa sería la salida más airosa para tranquilizar el ánimo popular derivado del arrebato del primer mandatario. ¿Parece fácil verdad? Con ello, los que quieren que siga la corrupción y la impunidad se quedarían tranquilos y contentos; seguirían satisfaciendo sus intereses personales a través de la defraudación tributaria; la limpieza de lagos con agüitas milagrosas; comprando y regalando helicópteros a más y mejor; más fincas y casas de descanso para los fatigados funcionarios y matando gente al por mayor con procedimientos impropios en las entidades de seguridad social, como cerrando a todo vapor, por falta de pruebas, tantos procesos judiciales en proceso.
¿Tan pronto olvidaron el fracaso de las gestiones de los dos antecesores del doctor Velásquez al frente de la CICIG como para consentir que venga otro en su lugar? Claro que él podrá haber tenido defectos, cometido errores o ser objeto de uno o más señalamientos, ¿pero cuántos casos se le han puesto públicamente por delante con pruebas irrefutables de que pudo haber hecho más de lo que hasta el momento ha logrado? y ¿cuántos de los que hoy lo critican podrían mejorar sus índices de eficiencia y la cantidad de logros? Hablar siempre resulta ser lo más fácil. ¿Pero quién ha sido capaz de demostrarle ilegalidades, abusos o fallas intencionalmente cometidas?
Este aprendiz de escribiente fue de los que desde esta tribuna del pensamiento expresó su oposición a que la CICIG viniera a Guatemala, argumentando la defensa de nuestra soberanía, como que nosotros podríamos ser capaces de lograr lo que esta entidad vendría a hacer. Pero el tiempo, así como me dio la razón en unas cosas, también me demostró que estaba equivocado. Carlos Castresana y Francisco Dall’Anese demostraron no hacer nada relevante y sí contradijeron el propósito de su misión y cuando pude comprobar que don Iván trabajaba a profundidad para desvelar la serie de triquiñuelas empleadas por los estafadores de la voluntad popular por contar con un gobierno digno y honesto, mi oposición se transformó en respeto.
Finalmente, si somos serios y responsables habrá que preguntar: ¿quién podrá y querrá venir a nuestro país para eliminar de un plumazo los obstáculos que constantemente la administración de la justicia en Guatemala impone para condenar a los corruptos responsables y quién mejor acompañante que la actual Fiscal General para complementar eficazmente su misión? Todo esto seguramente valdrá la pena analizarlo seriamente sin caer en la diatriba ni la falacia.