Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82
Ha trascendido que en ese esfuerzo de diálogo que tanto le han recomendado al mandatario Jimmy Morales, este buscaba poner como una de las condiciones el retiro de la solicitud de antejuicio en su contra y el cese de la lucha contra la corrupción. Según se reportó en los medios, no se concretó la reunión entre el Presidente y los investigadores, lo que se debe entender como la no aceptación de tales condiciones en un eventual diálogo; decisión que considero correcta.
Y es que no hay forma que podamos cambiar nuestra realidad, atraer más inversión extranjera de calidad si seguimos siendo un país que no tiene la lucha contra la corrupción como uno de sus cucos más importantes.
Un editorial del Washington Post del 31 de agosto, herramienta consultada por muchos inversionistas, nos describe así: “Guatemala tiene notoriedad por corrupción e impotencia judicial, y sus políticos y oficiales han disfrutado de impunidad. Campañas políticas son financiadas por los contratistas del gobierno. Asesinatos son raramente investigados. La rendición de cuentas casi no existe en la arena pública. Y no es ningún secreto de que dentro de los males más amplios de Guatemala se incluye un caso extremo de desigualdad de ingresos que no puede ser abordado por un patrón en curso de gobernancia cleptocrática que trabaja de la mano con el crimen organizado y carteles de droga”.
Si esa es la realidad que hemos construido y de ella se desprende la percepción que nos hemos encargado de darle al mundo, ¿cómo podemos esperar ser un paraíso para inversionistas de calidad? Y además, aquí es donde muchos empiezan a perder consistencia en sus argumentos porque reclaman inversión, pero alegan que se tengan que cumplir algunas reglas.
Hay una queja generalizada que han bajado las inversiones extranjeras directas, pero a la vez, muchas de esas personas, critican la lucha contra la corrupción bajo el argumento que frena la economía. Entonces ¿qué debemos hacer? ¿Hacernos de la vista gorda con la corrupción? ¿Aceptar las condiciones de un Presidente, sus aliados y asesores que desean aniquilar cualquier intento por enfrentar la corrupción?
Estados Unidos es unos de los principales aliados comerciales de Guatemala y el entendimiento que ellos tienen de nuestros problemas es muy claro y eso no ayuda en nada para atraer inversionistas, pues ¿quién querrá venir a este paraíso de impunidad? Si tiene dudas, lea la entrevista que hoy publicamos con el saliente embajador Todd Robinson quien no se mordió la lengua para cuestionar el compromiso de algunos respecto a la lucha contra la corrupción, hablar sobre el Congreso, el sistema en general y el riesgo que genera para ellos tener vecinos con instituciones débiles porque terminamos siendo atractivos para los terroristas.
Solo con palabras bonitas de diálogo o llamados sin sustento a la inversión no vamos a resolver un problema estructural que se ha querido ocultar por décadas y que ha salido a la luz desde hace más de dos años. Como ciudadanos tenemos la harta obligación de debatir al respecto del papel que juega la corrupción, pero para ello debemos entender la dimensión del problema.
Cambiar la realidad en las condiciones actuales es un tema inviable y por eso, hay que advertir que nuestra economía está en riesgo y que si no fuera por el aporte de los migrantes, ya habríamos reventado en mil pedazos.