Rolando Alfaro A.

Nadie mejor que el dueño cuida de lo propio.
Santo Tomas de Aquino.

Serie dedicada a mis lectores.

La tragedia ecológica continúa en el país, no solo los delincuentes vienen haciendo de las suyas, sino que la mala educación, que los obligados a impartirla vienen soslayando el cuidado de nuestros recursos naturales.

A lo anterior, se agrega la falta de educación ambiental a todo nivel, incluyéndose al sector académico que no han querido incorporar a sus programas de estudio las modernas tendencias ambientales, sin excusa alguna.

Mis estimados lectores no nos dejarán mentir de la tranquilidad que se goza cuando observamos bosques bien cuidados, parques con jardines y flores, lo que a la postre representa una tranquilidad espiritual.

Sin embargo, al conocer de la ingrata tala de jacarandas en el paseo Eucarístico cerca del monumento del Santo Papa, en verdad, que no deja de ponernos tristes, pues se nota que ciertas tendencias criminales persisten en seguirle haciendo daño al país.

Tales tendencias criminógenas continúan, pues para el colmo de los colmos, no existe control de parques, bosques y jardines. Lo que al seguir de tal manera, la depredación será mayor.

Lamentablemente, las autoridades que en los últimos años han gobernado al país vienen olvidándose que si se cuidaran mejor nuestros recursos naturales, sin duda que el turismo sería abundante. ¿Qué opina el INGUAT?

Infinidad de veces hemos señalado que la legislación en general está pésimamente mala y no digamos la ambiental.

La ley de leyes que los abogados sabemos muy bien que la constituye nuestra Constitución Política, en su artículo 97 claramente estipula que el Estado, las municipalidades y los habitantes del territorio nacional están obligados a propiciar el desarrollo social, económico y tecnológico que prevenga la contaminación del ambiente y mantenga el equilibrio ecológico.

En su segundo párrafo, señala que se dictarán todas las normas necesarias para garantizar que la utilización y el aprovechamiento de la fauna, de la flora, de las tierras y del agua se realicen, racionalmente evitando su depredación.

Lamentablemente, lo estipulado en nuestra Carta Magna, no se está cumpliendo y ni se enseña en los diversos niveles de la educación elemental y superior, salvo algunas excepciones.

En consecuencia, no se extrañen mis lectores y personas conscientes que nuestro pueblo siga sufriendo envenenamientos de las aguas, basureros clandestinos, deslaves, carreteras destruidas, deforestación incendios forestales, epidemias, y un sinfín de males prolijos de enumerar en esta serie de nuevos artículos.

A lo anterior debemos señalar la falta de reglamentos ambientales que los legisladores de entonces, olvidaran ponerle a la ley ambiental plazos para poder emitir tales normativas.

Finalmente, los guatemaltecos bien nacidos debemos señalar tales irregularidades para que los encargados de emitir los reglamentos cumplan en verdad, y con el deber ético de modernizar nuestra legislación, a efecto de que las presentes y futuras generaciones de guatemaltecos, puedan vivir en paz y no sufran las tragedias que en la actualidad vienen pasando los actuales habitantes del territorio nacional.

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