Marco Tulio Trejo Paiz
Se ha puesto insoportable la carestía de la vida en este país de la eterna politiquería. Nuestros compatriotas que más están sufriendo tan amarga situación son los que viven rumiando la pobreza, incluso, la extrema pobreza, que es la mayoría de la población.
Los trabajadores del campo son pobres en su mayoría, pero su vida transcurre en mejores condiciones que los modestos asalariados que prestan sus servicios en las empresas privadas y en la burocracia que en la sucesión de gobernantes se ha puesto como obesa afectando la economía.
Los artículos de primera necesidad suben y suben cada vez más irremediablemente. Los ricos y los que explotan a más no poder las ubres del Presupuesto nacional, sobre todo los que trajinan dando saltos en las charcas de la corrupción, dirán “que viva la plor proreada”.
¿Qué pueden los laborantes comunes y corrientes vivir dignamente con los bajos salarios que perciben cada semana, cada quincena o cada mes, si lo básico e indispensable deambula por el espacio sideral?
Están caros el frijol, las tortillas, los tomates, el queso, la mantequilla y, en fin, todo, toditito está inasequible para la gente que solo puede gemir por la pesada cruz a cuestas como si estuviese azotado como Jesucristo cayendo y caminando hacia el calvario para ser crucificado…
Ese ministerio de Economía se mantiene como cruzado de brazos en pleno mutis sin atender sus gordas obligaciones para atender, en lo posible, a la pobrería que en su penosa existencia se encuentra como relegada al olvido.
Es necesario y sumamente urgente que don Jimmy Morales, el presidente de esta tierra del quetzal y de las volcánicas millonadas que vuelan a lo alto y a lo bajo, con su sabio grupo de asesores (¿…? haga algo, aunque sea algo; sí, para atenuar, siquiera, las tremendas pesadillas de la masa popular empobrecida.
Los especuladores son dados a estrangular a la clientela, por lo que debe ponérseles en su sitio con severas sanciones acordes con sus actos pecaminosos. ¿Qué dice tu corazón, amigo Juan Pueblo?