Sandra Xinico Batz
sxinicobatz@gmail.com

Entré a la Usac en el 2006. Debí entrar un año antes, pero no gané el examen de admisión, esto marcó mi forma de ver la Universidad, miles de jóvenes no lo logramos ese año. Siempre fui una estudiante trabajadora, como esos cientos que corren cada día para después del trabajo llegar a estudiar. La jornada nocturna de la que fui parte se caracterizaba por ser de las y los que trabajábamos en el día y estudiábamos por la noche. Decenas de jóvenes corriendo entre pasillos, esquivándonos unos a otros para llegar a tiempo a “obtener el saber”.

Algunos profesores decidían cerrar la puerta a determinada hora y no dejar entrar a nadie más porque se sentían interrumpidos. Correr entre bus y bus para llegar y encontrar la puerta cerrada era frustrante, tanto como cuando la clase no valía la pena pues claramente la o el profe improvisaba o simplemente le había valido un comino la clase y no llegaba. Conocí la historia de compañeras y compañeros que dejaban de estudiar porque el “licenciado” les decía que trabajar y estudiar no era posible y que decidieran que preferían y así su sueño de ser “profesional” se diluía.

Los primeros dos años me percaté de que muchas cosas estaban mal no solamente por el trato que recibíamos de las y los profesores sino también porque la calidad de la educación dejaba mucho que desear. Una vez más, como en los otros años de mi formación (en el sistema educativo), estaban ausentes las capacidades de generar conocimiento, de discutir y de crear. Hasta ese momento en clase y de boca de algún profesor no escuché en ningún momento la historia de la Universidad.

Dos años después de entrar en la Universidad mi vida cambió y fue cambiando por completo: me organicé por primera vez. Me sumé a un colectivo de jóvenes que se estaba formando con estudiantes de distintas unidades académicas de la Usac. De la asociación de estudiantes de mi escuela (Escuela de Historia) ya había escuchado hablar de la política estudiantil y la memoria histórica, pero es hasta este momento que comprendí el lugar en que me encontraba y la necesidad de que las y los estudiantes fuésemos parte de la política de la única universidad pública en este país.

Junto a este colectivo, en el año 2010, nos tocó atravesar el contexto de la violación de la Ley Orgánica de la Usac, promovida por 13 docentes de la Facultad de Agronomía, quienes sin consultar habían llegado hasta la Corte de Constitucionalidad, quien le dio luz verde para modificarla, consolidando con esto y desde entonces que las y los estudiantes ya no pudiesen votar por los representantes docentes que integran el Consejo Directivo de sus unidades académicas a pesar de que estos son una autoridad sobre el estudiante y por ende deberían de elegirlos como se hacía antes.

Para esto formamos EPA (Estudiantes por la Autonomía) y decidimos tomar la Universidad en ese año, la primera vez por 10 días y la segunda por 54.

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