Marco Tulio Trejo Paiz

¿A quién se le ocurriría instituir Pactos Colectivos entre los ministerios y los sindicatos que ya pasan de la docena exigiendo hasta lo imposible a las vacas lecheras?

Esas nobles lecheritas se hallan como trasijadas en este patio istmeño del simbólico quetzal y de los billetes multicolores que por millares de millones le roban al Estado los «onorables» corruptos de toda calaña.

En Inglaterra, en Alemania y en otros países del viejo continente; en los Estados Unidos de América, entre otros de esta parte del mundo, han sido fundadas dichas organizaciones gremiales para luchar contra las arbitrariedades e injusticias de los patronos hostiles opuestos a los legítimos derechos del obrerismo y del campesinado.

Ahora bien, el sindicalismo debe tratar de no provocar la ruina del empresariado porque, si eso ocurre, estará matando la gallina de los huevos de oro y, entonces, la consecuencia del indeseable proceder sería la destrucción de fuentes de trabajo.

Eso sucedió cuando los mediocres «revolucionarios» a la soviética golpearon duro y en la mera testa a la United Fruit Company y a la IRCA aprovechando una reforma agraria que dio parcelas a diestra y siniestra a muchos labriegos subsidiados con el metal que, en vez de favorecer a los «campiranos», propició que se emborracharan en las cantinas con el guaro embrutecedor que también ocasionó el rotundo fracaso de la reforma agraria.

Retomo el tema sobre los pactos colectivos, los cuales, en honor a la verdad, solo convienen a los demagogos de la dirigencia que les generan buenos millones para viáticos y para embolsarse los ambicionados billetes sin rendir beneficios para la patria ni para el empobrecido pueblo que ya no aguanta con la pesada cruz a cuestas de la carestía de la vida.

Desgraciadamente, la politiquería está en su apogeo, sobre todo en la altura burocrática y en la llanura de la gente que es digna de mejor destino respecto del gobierno que viene dando la idea de que nos encontramos en una oscura y enfangada encrucijada, ¿verdad mi amigo Juan Pueblo?

Artículo anteriorMon Laferte: Funciono mucho mejor en solitario
Artículo siguienteGelato: delicia italiana en Guatemala -2-