Francisco Cáceres Barrios
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Apenas un año duró el descanso que los guatemaltecos tuvimos con el bombardeo propagandístico de los gobiernos de turno. El presidente Morales nos engañó diciendo que su gobierno iba a ser diferente, sin embargo, predominaron los malos consejos para seguir haciendo lo mismo que sus antecesores acostumbraron, montando shows por cualquier cosa insignificante que fuera, gastando a manos llenas el dinero que tanta falta hace para otros menesteres más importantes en la búsqueda del bien común. Todos los días hay conferencias, supuestas mesas de trabajo, presentaciones de sueños o aspiraciones y últimamente, hasta se monta un escenario para demostrar el desastre en que están las carreteras del país.
Lo que sus asesores y el Presidente olvidaron es que la propaganda gubernamental solo funciona si se utiliza para informar efectivos logros. Por ejemplo, cosa muy distinta es inaugurar un nuevo hospital, que ir a poner la primera piedra de lo que dentro de uno o dos años podría serlo; muy diferente es informar el logro de reformar la Constitución para renovar nuestro Sistema Judicial, a haber hecho gran alharaca por reunir a la gente poco representativa con ese fallido propósito, como lo está volviendo a hacer con el sueño, promesa u oferta de que pronto podremos contar con la regulación de la aplicación del Convenio 169 de la OIT.
Si alguien duda de la ineficacia de las relaciones públicas, publicidad o propaganda sin razones valederas, con solo preguntarle a la población su criterio sobre los gobiernos habidos entre Cerezo y el de Pérez Molina podrán comprobar que hicieron mucha bulla, pero al final fue muy escasa la cosecha de nueces, porque la aplicación de las Ciencias de la Comunicación es buena solo dando buenos resultados y no simples promesas y ofrecimientos, lo que al final termina siendo un boomerang para el gobierno, puesto que los recursos y tiempo empleados no se logran redituar. En otras palabras, es igual a dejar ir el dinero por el excusado.
Entiendo perfectamente que hoy el presidente Morales se encuentre con el grosero impacto de verse retratado en la mayoría de los medios de comunicación como alguien que no da pie con bola, como que nada le sale bien o que cada vez que dice algo, hasta el más humilde ciudadano se mofe de sus expresiones o critica a fondo sus errores cometidos pero, todo ello no lo va a evitar si sigue intentando pegarle a cualquier bola que le lancen, cuando sería mucho mejor tomar las cosas con calma, analizar detenidamente las soluciones a la constante crisis en que se ha mantenido y poner manos a la obra para desarrollar sus planes cuan pronto sea posible.