Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82

Años en el poder, dinero acumulado, uso de fideicomisos, con hijo diputado, con gerentes en puestos clave que hicieron millones, municipio colapsado en el fondo aunque con “obra” clientelar para asegurar su reelección, pero no se confunda, estoy hablando de Arnoldo Medrano y cualquier similitud con otro alcalde es pura coincidencia.

No deja de llamar la atención que Medrano, sin cuidar las formas, logró desviar esa cantidad de dinero y debemos preguntarnos ¿qué no han podido lograr los otros que han sido capaces de sofisticar o profesionalizar la corrupción?

Medrano no cuidó las formas, fue burdo, cínico y eso lo terminó poniendo en la picota. Algunos otros que también operan en el departamento, por ahora han logrado sortear a la justicia porque han sido “más cuidadosos”. Hay quienes se dedican a interponer recursos por doquier para no comparecer ante la justicia o preparar su campaña presidencial aunque por ahora no ven la justicia de frente como el jefe de Chinautla.

Independientemente de qué suceda judicialmente con el resto, es importante señalar que dadas las reglas actuales y la nula capacidad de fiscalización, esta situación se repite a nivel país y las cosas se agravan cuando las corporaciones municipales tienen el dinero y la mala intención de contratar a personas que se dedican a eliminar los rastros de corrupción en los negocios.

Por eso es que nunca habrá dinero suficiente para enfrentar las causas estructurales de la pobreza y que el Listado Geográfico de Obras es la caja chica, pero bien grande de los negocios, que los Cocodes y los Comudes han sido secuestrados para que en contubernio con los alcaldes y gobernadores, el pastel se reparta entre quienes ostentan el poder aunque eso signifique nulas y eternas oportunidades para muchos.

Esa realidad simplemente no puede seguir y el agravante es que esta problemática se suma al rosario de problemas y carencias que tenemos como país cuyas soluciones no son sencillas y las mismas requieren de una compleja implementación cuyos requisitos son voluntad y honestidad.

Ahora mucha gente quiere justificar los vicios, pero yo he llegado a pensar que todo gira alrededor de la resistencia a los cambios y es natural que si alguien no desee cambios, se dedique a despotricar contra todo aquel componente que los provoca.

Yo creo que Medrano es un pícaro que tiene mucha compañía y que faltan muchos por caer, pero no por eso pido que cese la persecución contra él, al contrario, pienso que a Medrano y su clan se les debe llevar un proceso para determinar su culpabilidad, pero también pienso que hay que ampliar el espectro de las investigaciones para que sean todos los pícaros quienes enfrenten la justicia. Por Medrano nadie reclama presunción de inocencia.

Hay razones para ser pesimistas, pero creo que hay que ser realistas y siempre he pensado que un acto de cobardía es renegar la realidad: mientras aquí no se modifiquen las reglas del juego, podremos quitar las cabezas de los negocios pero siempre surgirán nuevas personas que llenen los vacíos de poder y si no me cree, vea cómo opera el narcotráfico a pesar de las miles de cabeza que han caído alrededor del mundo.

Hay que entender que si Medrano logró sus millones rodeado de un círculo que no “profesionalizó” la corrupción ¿qué no lograrán los ladrones de cuello blanco que saben usar los vicios del sistema a la perfección? Por eso y más, además de judicializar los casos de corrupción, debemos cambiar el sistema.

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