Javier Monterroso

En las últimas semanas se ha discutido sobre la naturaleza de los derechos sexuales y reproductivos y los derechos de igualdad de las mujeres, sus defensores sostienen que los derechos humanos no tienen ideología por ser derechos (sic) o por ya estar establecidos en la Constitución o en Convenios Internacionales de Derechos Humanos. Me parece que aun con la buena intención que tengan quienes sostienen esa visión se encuentran equivocados, sobre todo si creen que con desideologizar los derechos sexuales y reproductivos pueden impulsarlos más fácilmente o vencer resistencias de quienes se oponen a ellos, pues históricamente los derechos humanos siempre han tenido una ideología determinada y el avance de los mismos depende de la visión ideológica que logra imponerse en determinada etapa histórica.

Así por ejemplo fue la ideología liberal dominante en el mundo occidental a partir del siglo XIX la que instituyó en los diferentes textos constitucionales los derechos individuales y sus garantías, incluyendo el derecho a la vida, la integridad personal, el debido proceso, el derecho de defensa y la libertad de expresión.

Pero fue hasta después de la Primera Guerra Mundial con la aparición de la ideología socialdemócrata y el surgimiento de los sindicatos y partidos obreros que se pudo avanzar al reconocimiento constitucional de los derechos económicos y sociales, principalmente de los derechos laborales: salario mínimo, vacaciones, séptimo día de descanso, derecho de sindicalización y huelga, etc; y no fue sino hasta después de la Segunda Guerra Mundial cuando los mismos se establecieron en la mayoría de Constituciones occidentales.

La segunda mitad del siglo XX demostró claramente la naturaleza ideológica de los derechos humanos, cuando la mayoría de países aliados a Estados Unidos impulsaba la aprobación del pacto de derechos civiles y políticos, mientras que la mayoría de países cercanos a la Unión Soviética promovían el pacto de derechos económicos y sociales.

La lucha por los derechos siempre ha sido una lucha de corrientes políticas e ideológicas, no solo en su aprobación sino también en su aplicación, y no es diferente en el caso de los derechos sexuales y reproductivos o los llamados derechos de género, aunque no exista una ideología de género como tal estos se encuentran inmersos dentro del discurso de las corrientes progresistas vinculadas a la izquierda ideológica, mientras que la mayoría de la derecha acepta el discurso e ideas conservadoras y religiosas que se oponen a dichos derechos. Entender que la lucha por los derechos es una lucha política hará visualizar la forma de impulsarlos, la única forma de que se aprueben derechos sexuales y reproductivos en Guatemala es que las corrientes progresistas lleguen al poder.

Artículo anteriorVenezuela, la disputa por la hegemonía
Artículo siguienteEstimados maestros