Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82

Pocos personajes de la vida nacional han logrado despertar tantos anticuerpos como Roxana Baldetti con sus cínicas declaraciones, tal y como que ella será extraditada por haber sido una política honrada, y eso ha generado que la gente se una para repudiarla.

Más allá de la animadversión que ha generado, vemos que el sentimiento de los chapines ha servido para desahogos, pero no se ha traducido en gasolina para motivar verdaderos cambios al sistema que eviten tener más funcionarios que solo se sirvan del cargo en lugar de llegar a servir a la gente.

Y algo así empieza a pasar con Alejandro Sinibaldi puesto que hasta aquellos que han criticado a la CICIG y al MP se les hace difícil encontrar argumentos para estar en contra de la investigación develada el día viernes en contra de la estructura de quien fuera el exministro de Comunicaciones y hombre fuerte del Partido Patriota (PP).

Hay que ser precisos y decir que lo que hizo Sinibaldi es lo mismo que han hecho otros ministros del ramo, pero no por eso sus actos se vuelven válidos, excusables o mucho menos legales y que vale la pena, por ejemplo, y como mínimo, regresar a ver qué han hecho otros ministros de la cartera y para eso deberían ayudar los contratistas que vieron esa práctica de las “mordidas” como normal para operar en un putrefacto sistema.

Ayer, el exjefe del Micivi publicaba un comunicado en donde exige que se respete el debido proceso y la presunción de inocencia y rápidamente las redes sociales se llenaron con el discurso que éste dio cuando renunció del PP y aprovechó para llamar corrupta a Roxana Baldetti porque todos sabíamos de su actuar. Dijo que hay gente muerta de hambre que lo quiere perjudicar, pero se olvidó de los miles que por su culpa literalmente se mueren de hambre.

Es muy probable que Sinibaldi logre lo mismo que Roxana Baldetti, es decir, generar anticuerpos suficientes para aglutinar a la gente en contra de esa manera tan grosera de hacerse de los recursos del Estado, pero el punto es ¿qué vamos a hacer para lograr cambiar las reglas que permiten la piñatización de nuestros recursos? Baldizón y Torres han generado lo mismo, pero no solo no hemos cambiado sino que todavía se perfilan como futuros candidatos.

Lo que vemos hoy en el Micivi es solo un botón de lo que pasa a lo largo y ancho del Estado. La gente del PP se desbocó (al punto que tipos como Sinibaldi tenían una planilla para no salir en los chismes dominicales) y puso en evidencia una corrupción que pasó desapercibida en los gobiernos anteriores porque entonces no había interés de atacar la corrupción.

Hablemos de los problemas y de los casos, pero no lo hagamos sin que la discusión vaya acompañada de alternativas para evitar que eso suceda y por eso, desde hace años he venido insistiendo en que debemos pasar por un proceso de transición y poder generar un sistema nacional de compras que nos permita eliminar las más de 255 unidades ejecutoras que tiene el Ejecutivo y que sirven como unidades que favorecen la opacidad al tiempo que facilitan los negocios, así como la imperiosa necesidad de fortalecer a la Contraloría General de Cuentas para que no sea una inútil institución que llega cuando ya se lo robaron todo, sin pasar por alto la necesidad de reformar el sistema político en temas de financiamiento y la monopolización de los partidos para nominar candidatos al Congreso.

Llegar hasta este nivel de descomposición estatal y social no nos tomó poco tiempo y recuperar la institucionalidad nos tomará años, pero si no empezamos ahora seguiremos siendo testigos de un sistema que invita al hueveo mientras roba oportunidades a millones.

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